LA SANGRE DE CRISTO Y EL SUFRIMIENTO

Jesús no dio su Sangre solo para redimirnos. Si en lugar de unas gotas, que habrían bastado para la redención, quiso derramarlo todo, soportando un mar de dolor, lo hizo para ayudarnos, enseñarnos y consolarnos en nuestros dolores. El dolor es un triste legado del pecado y nadie queda inmune a él. Jesús, precisamente porque cubierto con nuestros pecados, sufrió. De camino a Emaús les dijo a los dos discípulos que era necesario que el Hijo del Hombre sufriera para entrar en la gloria. Por eso quiso conocer todos los dolores y miserias de la vida. ¡Pobreza, trabajo, hambre, frío, desapego de los más santos afectos, flaqueza, ingratitud, traición, persecución, martirio, muerte! Entonces, ¿cuál es nuestro sufrimiento con respecto a los dolores de Cristo? En nuestros dolores miramos a Jesús ensangrentado y reflejamos qué sentido tienen ante Dios las calamidades y los sufrimientos. Dios permite todo sufrimiento para la salvación de nuestra alma; es un rasgo de la misericordia divina. ¡Cuántos han sido llamados a volver al camino de la salvación, por el camino del dolor! ¡Cuántos ya lejos de Dios, golpeados por la desgracia, han sentido la necesidad de rezar, de volver a la iglesia, de arrodillarse al pie del Crucifijo para encontrar en Él la fuerza y ​​la esperanza! Pero aunque suframos injustamente, damos gracias al Señor, porque las cruces que Dios nos envía, dice San Pedro, son la corona de gloria que nunca se desvanece.

EJEMPLO: En un hospital de París, un hombre que padece una enfermedad repugnante sufre indeciblemente. Todos lo abandonaron, incluso sus familiares y amigos más cercanos. Solo la Hermana de la Caridad está junto a su cama. En un momento de sufrimiento y desesperación atroces, el enfermo grita: «¡Un revólver! ¡Será el único remedio eficaz contra mi enfermedad! ». La monja en cambio le entrega el crucifijo y murmura suavemente: "¡No, hermano, este es el único remedio para tu sufrimiento y el de todos los enfermos!" El enfermo lo besó y sus ojos estaban empapados de lágrimas. ¿Qué significado tendría el dolor sin fe? ¿Por qué sufrir? Quien tiene fe encuentra fuerza y ​​resignación en el dolor: quien tiene fe encuentra una fuente de mérito en el dolor; quien tiene fe, ve en todo Cristo que sufre.

PROPÓSITO: Aceptaré de las manos del Señor, toda tribulación; Consolaré a los que sufren y visitaré a algunos enfermos.

JACULATORIO: Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesucristo para la consagración del trabajo y el dolor, por los pobres, los enfermos y los atribulados.