Invocación poderosa a la Sangre de Jesús para obtener la liberación y la curación.

Jesús, en vísperas de tu pasión, en el jardín de los olivos, por tu angustia mortal, sudabas sangre de todo el cuerpo.

Derramaste sangre de tu cuerpo flagelado, de tu cabeza coronada de espinas, de tus manos y pies clavados en la Cruz. Tan pronto como expiró, las últimas gotas de su Sangre salieron de su Corazón atravesado por la lanza.

Has dado toda tu sangre, oh Cordero de Dios, inmolada por nosotros.

Sangre de Jesús, cúranos.

Jesús, tu sangre divina es el precio de nuestra salvación, es la prueba de tu infinito amor por nosotros, es el signo del nuevo y eterno pacto entre Dios y el hombre.

Tu Divina Sangre es la fuerza de los apóstoles, mártires, santos. Es el apoyo de los débiles, el alivio de los que sufren, la comodidad de los afligidos. Purifica las almas, da paz a los corazones, sana los cuerpos.

Su Sangre Divina, ofrecida todos los días en el cáliz de la Santa Misa, es para el mundo la fuente de toda gracia y para quienes la reciben en la Sagrada Comunión, es una transfusión de la vida divina.

Sangre de Jesús, cúranos.

Jesús, los judíos en Egipto marcaron las puertas de las casas con la sangre del cordero pascual y se salvaron de la muerte. También queremos marcar nuestros corazones con tu Sangre, para que el enemigo no pueda hacernos daño.

Queremos marcar nuestros hogares, para que el enemigo pueda mantenerse alejado de ellos, protegido por su Sangre.

Tu Preciosa Sangre libre, sana, salva nuestros cuerpos, nuestros corazones, nuestras almas, nuestras familias, el mundo entero.

Sangre de Jesús, cúranos.