La devoción pedida por Jesús por estos tiempos difíciles.

El alma que adorará esta imagen no perecerá. Yo, el Señor, te protegeré con los rayos de mi corazón. ¡Bendito el que vive a su sombra, ya que la mano de la Justicia Divina no lo alcanzará! Protegeré a las almas que difundirán el culto a mi Misericordia, durante toda su vida; entonces, en la hora de su muerte, no seré un juez sino un salvador. Cuanto mayor es la miseria de los hombres, mayor derecho tienen a mi Misericordia porque deseo salvarlos a todos. La fuente de esta Misericordia fue abierta por el golpe de lanza en la Cruz. La humanidad no encontrará paz ni paz hasta que se vuelva hacia Mí con plena confianza. Otorgaré innumerables gracias a quienes reciten esta corona. Si se recita al lado de una persona moribunda, no seré un Juez justo, sino un Salvador. Le doy a la humanidad un jarrón con el que podrá sacar gracias de la fuente de la Misericordia. Este jarrón es la imagen con la inscripción: "¡Jesús, confío en ti!". "¡Oh sangre y agua que fluye del corazón de Jesús, como fuente de misericordia para nosotros, confío en ti!" Cuando, con fe y con un corazón contrito, recitas esta oración por algún pecador, le daré la gracia de la conversión.

CORONA DE DIVINA MISERICORDIA

Usa la corona del Rosario. Al principio: Pater, Ave, Credo.

En las cuentas más grandes del Rosario: "Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amado Hijo y Nuestro Señor Jesucristo en expiación por nuestros pecados, el mundo y las almas en el Purgatorio".

Sobre los granos del Ave María diez veces: "Por su dolorosa pasión ten piedad de nosotros, el mundo y las almas del Purgatorio".

Al final repite tres veces: "Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal: ten piedad de nosotros, el mundo y las almas del Purgatorio".