La devoción de este mes: la oración a San Sebastián por las gracias

Por ese celo admirable que te llevó a afrontar todos los peligros para convertir a los infieles más testarudos, y a conformar en la fe a los cristianos vacilantes, para que no sólo Marcos y Marceliano, que ya estaban a punto de ceder a las tentaciones, se convirtieran en tu conquista, pero todavía toda su familia, o luego el subprefecto Cromazio con su hermano Tiburzio, y los oficiales Cástulo y Nicostrato, y Claudio el carcelero con todos sus familiares, no tantos otros ni prisioneros y soldados que pronto confirmaron con el su sangre cristianismo abrazó a través de ti, deh! implorarnos a todos, o siempre glorioso mártir Sebastián, un compromiso igual, un celo igual por la salud de nuestros hermanos, para que, no contentos con edificarlos con una vida verdaderamente evangélica, sigamos esforzándonos por iluminarlos si son ignorantes, corregirlos si engañar y revitalizarlos si están débiles.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como fue en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Por esas maravillas sensacionales, y la luz repentina que brilló en el salón de tus reuniones, o la aparición del divino Redentor que bajó, cortejado por los Ángeles para darte el beso de la paz, y el discurso volvió a Zoe durante mucho tiempo completamente en silencio, no el de la Salud devuelta a todos los enfermos neófitos que acudieron a ti, consiguió de nuevo a todos, oh glorioso mártir Sebastián, estar siempre animados por esa fe y esa caridad que obra las mayores maravillas, para luego ser favorecidos por la asistencia divina. en todas nuestras necesidades.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como fue en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Por ese heroísmo con el que soportaste el dolor de las flechas que todos torturaban tu cuerpo, o, milagrosamente mantenidos con vida, luego desprendidos de la horca por la piadosa viuda Irene, reprochaste al bárbaro Diocleciano su injusticia e impiedad, todos nosotros, oh glorioso mártir Sebastián, a sobrellevar siempre con alegría las enfermedades, las persecuciones y todas las adversidades de esta miserable vida, para poder participar unos días de tu gloria en el cielo, después de haber participado de tus sufrimientos en la tierra. .

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como fue en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.