La historia de Giuseppe Ottone, el niño que dio su vida para salvar a su madre

En este artículo queremos hablarte de Giuseppe Ottone, conocido como Peppino, un niño que dejó una huella imborrable en la comunidad de Torre Annunziata. Nacido en condiciones difíciles y adoptado por una familia humilde, Peppino vivió una vida corta pero intensa, caracterizada por una fe profunda y un gran amor por los demás.

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Su historia está marcada por gestos de generosidad y altruismo: todas las mañanas llevaba su desayuno a un anciano, el compartió su almuerzo con los necesitados e invitó a sus compañeros menos afortunados a su casa. Su devoción por Sagrado Corazon de Jesus y la Virgen le instó a ir al Santuario de Pompeya para orar y meditar.

Pero el momento más conmovedor de su vida fue cuando, ante la perspectiva de perder a tu madre, enfermo y a punto de someterse a un cirugía, Peppino se ofreció como sacrificio en su lugar.

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Peppino era muy cercano a su madre, a quien le prometió que algún día le garantizaría uno. vida más cómoda para compensar las humillaciones infligidas por su padre. Hubo tensiones entre los padres adoptivos: el El padre era irascible y violento. y apoyó a su madre durante sus momentos de borrachera. Fue su madre quien se lo transmitió. fe. Con tan sólo siete años hizo su Primera Comunión, desarrollando una profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen, venerada a imagen de Pompeya.

Peppino Ottone muere para salvar la vida de su madre

Entonces, para salvar a la mujer que lo había acogido y amado, cuando encontró una imagen de la Virgen en la calle, pidió a María que le quitarle la vida en lugar del de la madre. Unos momentos después, cayó inconsciente y nunca se recuperó.

Su gesto de supremo amor y sacrificio conmovió a todos los que lo conocieron y su muerte fue vivida como un auténtico martirio. Su madre, junto a su cama, recitó el rosario mientras Peppino fallecía, aceptando su destino con serenidad y confianza en Dios.

La reputación de santidad de Peppino se extendió rápidamente y la Iglesia inició el proceso de beatificación, que finalizó en 1975 con el cierre de la fase diocesana. Hoy muchos creyentes esperan que Giuseppe Ottone pueda ser proclamado beato y venerado como ejemplo de fe y sacrificio para las generaciones futuras.