Nuestra Señora promete "con esta devoción serás ayudado en los peligros del alma y el cuerpo"

maria-ayuda-4

Para un alma privilegiada, la Madre Maria Pierini De Micheli, que murió en el olor de la santidad, en junio de 1938, mientras rezaba frente al Santísimo Sacramento, en un globo de luz, se presentó la Santísima Virgen María, con un pequeño escapulario en la mano (el el escapulario fue reemplazado por la medalla por razones de conveniencia, con aprobación eclesiástica): estaba formado por dos franelas blancas, unidas por un cordón: la imagen del Santo Rostro de Jesús estaba impresa en una franela, con esta redacción alrededor: "Illumina, Domine, vultum tuum super nos" (Señor, míranos con misericordia) en el otro era un anfitrión, rodeado de rayos, con esta inscripción a su alrededor: "Mane nobiscum, Domine" (quédate con nosotros, oh Señor).

La Santísima Virgen se acercó a la Hermana y le dijo:

“Este escapulario, o la medalla que lo reemplaza, es una promesa de amor y misericordia, que Jesús quiere dar al mundo, en estos tiempos de sensualidad y odio contra Dios y la Iglesia. ... Las redes diabólicas se están estirando para arrancar la fe de los corazones. ... Se necesita un remedio divino. Y este remedio es el Santo Rostro de Jesús. Todos aquellos que usarán un escapulario como este, o una medalla similar, y podrán, todos los martes, poder visitar el Santo Sacramento, en reparación de los ultrajes, que recibieron el Santo Rostro mío. Hijo Jesús, durante su pasión y a quien recibe todos los días en el Sacramento Eucarístico:

1 - Serán fortificados en la fe.
2 - Estarán listos para defenderlo.
3 - Tendrán gracias para superar las dificultades espirituales internas y externas.
4 - Serán ayudados en los peligros del alma y el cuerpo.
5 - Tendrán una muerte pacífica bajo la mirada de mi Divino Hijo.

image143

Oración a la Santa Faz
Oh Jesús, quien en Tu cruel Pasión se convirtió en "la embriaguez de los hombres y el hombre de los dolores", venero Tu Divino Rostro, en el cual la belleza y la dulzura de la divinidad brillaron y que se ha convertido para mí como el rostro de un leproso ... Pero bajo esas características desfiguradas reconozco Tu amor infinito, y estoy consumido por el deseo de amarte y hacerte amar por todos los hombres. Las lágrimas que fluyen tan abundantemente de Tus ojos son como perlas preciosas que me gusta coleccionar para redimir las almas de los pobres pecadores con su valor infinito. Oh Jesús, tu adorable rostro secuestra mi corazón. Te suplico que me imprimas tu divina semejanza y me inflames con tu amor para que pueda llegar a contemplar tu glorioso rostro. En mi necesidad actual, acepta el ardiente deseo de mi corazón otorgándome la gracia que te pido. Que así sea.