Cuaresma: qué es y qué hacer

La Cuaresma es el tiempo litúrgico en el que el cristiano se prepara, a través de un camino de penitencia y conversión, para vivir plenamente el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, celebrado cada año en las vacaciones de Pascua, un evento fundamental y decisivo para la experiencia de Fe cristiana. Se divide en cinco domingos, desde el Miércoles de Ceniza hasta la Misa de la "Cena del Señor" excluida. Los domingos de este tiempo siempre tienen prioridad sobre las fiestas del Señor y todas las solemnidades. El miércoles de ceniza es día de ayuno; los viernes de Cuaresma se observa abstinencia de carne. Durante el tiempo de Cuaresma no se dice la Gloria y no se canta el aleluya; el domingo, sin embargo, la profesión siempre defiende con el Credo. El color litúrgico de este tiempo es el púrpura, es el color de la penitencia, la humildad y el servicio, la conversión y el regreso a Jesús.

El viaje cuaresmal es:

• un tiempo bautismal,

en el que el cristiano se prepara para recibir el sacramento del bautismo o para revivir en su propia existencia el recuerdo y el significado de haberlo recibido ya;

• un tiempo penitencial,

en el que los bautizados están llamados a crecer en la fe, "bajo el signo de la misericordia divina", en una adhesión cada vez más auténtica a Cristo a través de la conversión continua de la mente, el corazón y la vida, expresada en el sacramento de la Reconciliación.

La Iglesia, haciéndose eco del Evangelio, propone algunos compromisos específicos a los fieles:

• escuchar más asiduamente la palabra de Dios:

La palabra de la Escritura no solo narra las obras de Dios, sino que contiene una eficacia única que ninguna palabra humana, aunque alta, posee;

• oración más intensa:

para encontrarnos con Dios y entrar en comunión íntima con él, Jesús nos invita a estar atentos y perseverantes en la oración, "para no caer en la tentación" (Mt 26,41);

• ayuno y limosna:

contribuyen a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándoles a evitar el pecado y crecer en intimidad con el Señor; abren sus corazones al amor de Dios y al prójimo. Al elegir libremente privarnos de algo para ayudar a otros, mostramos concretamente que el vecino no es un extraño para nosotros.

INDULGENCIA PLENARIA: todos los viernes de Cuaresma recitando el Vía Crucis o la oración a Jesús Crucificado:

ORACIÓN AL JESÚS CRUCIFICADO

Aquí estoy, mi amado y buen Jesús, postrado en tu Santísima Presencia. Te ruego con el fervor más vivo para imprimir en mi corazón sentimientos de fe, esperanza, caridad, dolor de mis pecados y una propuesta para no ofenderte nunca más. mientras yo, con todo amor y compasión, considero tus cinco heridas, comenzando con lo que el santo profeta David dijo de ti, oh Jesús mío: "Me pincharon las manos y los pies, contaron todas las mis huesos ".

- Pater, Ave y Gloria (por la compra de la indulgencia plenaria)

(Al que recita esta oración después de la Comunión, antes de la imagen de Jesús Crucificado, se le concede la indulgencia plenaria en los viernes individuales de Cuaresma y Viernes Santo; indulgencia parcial en todos los demás días del año. Pio IX)