El testimonio de fe de Giulia, fallecida a los 14 años de un sarcoma

Esta es la historia de una niña de 14 años. julia gabrieli, que padece un sarcoma que le afectó la mano izquierda en agosto de 2009. Una mañana de verano Giulia se despierta con la mano hinchada y su madre empieza a aplicarle cortisona local. Después de unos días, como el dolor no disminuía, Giulia fue acompañada por su madre al pediatra, quien inició una serie de controles y pruebas.

niña rezando

Sin embargo, solo cuando se tomó la biopsia, salió a la luz que se trataba de un sarcoma. El 2 de septiembre Giulia comienza el ciclo de quimioterapia. La niña siempre fue positiva, a pesar de que conocía bien todas las posibles consecuencias de la enfermedad.

Tenía una fe ilimitada en el Señor, oraba con alegría y se entregaba completamente a él. Giulia tiene un hermano que tenía 8 años en el momento de su enfermedad, a quien amaba mucho. Estaba preocupada en ese momento porque sus padres mostraban más atención hacia ella y temía que su hermano pudiera sufrir como resultado.

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La fe inquebrantable de Giulia

Durante su enfermedad, la niña fue obligada a guardar cama por largos períodos, pero a pesar de todo su fe se mantuvo intacta, nunca flaqueó. Un día, estando en Padua de visita, la familia la acompaña a la Basílica de Sant'Antonio. Una mujer se le acerca y pone su mano sobre la suya. En ese momento la niña sintió que el Señor estaba cerca de ella.

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Monseñor Beschi Conoció a Giulia en el funeral de Yara Gambirasio y desde entonces siempre la visita en el hospital. Cada vez se asombraba de su capacidad comunicativa y de su riqueza interior, pero sobre todo de su fe muy intensa, que lograba comunicar a cualquiera que la escuchara.

En el hospital, la niña ofreció su testimonio de fe sin erigirse en testigo. Su fe era una lucha positiva con el Señor, encarnaba el amor a Dios y al mismo tiempo su enfermedad, aunque sabía que esta enfermedad también podía llevar a la muerte.

Queremos concluir este artículo con un vídeo de la oración de Giulia, una oración donde a Jesús no se le piden cosas, sino que le agradecemos todo lo que nos ha concedido.