La virtud de la paciencia imitando a María

EL ALMA DEL PACIENTE, CON MARÍA INMACULADA

1. Los dolores de María. Jesús, aunque Dios, quiso sufrir dolores y tribulaciones en Su vida mortal; y si hizo a Su Madre libre del pecado, ¡no la liberó en absoluto de sufrir y sufrir mucho! María sufrió en el cuerpo por la pobreza, por las incomodidades de su estado humilde; ella sufrió en su corazón, y las siete espadas que la traspasaron hicieron de María la Madre de los Dolores, la Reina de los Mártires. Entre tantos dolores, ¿cómo se comportó María? Resignada, los toleró con Jesús.

2. Nuestros dolores. La vida humana es una maraña de espinas; las tribulaciones se suceden sin tregua; nos pesa la condenación al pan de dolor, pronunciada contra Adán; pero los mismos dolores pueden convertirse en penitencia por nuestros pecados, fuente de muchos méritos, corona para el Cielo, donde se padecen con resignación ... ¿Y cómo los soportamos? ¡Lamentablemente con cuántas quejas! ¿Pero con qué mérito? ¿No nos parecen las pajitas vigas o montañas?

3. El alma paciente, con María. ¡Los muchos pecados cometidos merecerían castigos mucho más graves! ¿No debería el mero pensamiento de evitar el Purgatorio animarnos a oscurecernos alegremente en la vida? Somos hermanos del paciente Jesús: ¿por qué no imitarlo? Hoy imitamos el ejemplo de María en su resignación. Sufrimos en silencio con Jesús y por Jesús; soportamos con generosidad cualquier tribulación que Dios nos envíe; sufrimos constantemente hasta conseguir la corona. Lo prometes

PRÁCTICA. - Recitar nueve Avemarías con la eyaculación: Bendita sea, etc.; sufrir sin quejarse.