Rogar no es solo dar dinero

"No es lo que damos, sino cuánto amor ponemos en dar". - Madre Teresa.

Tres cosas que se nos piden durante la Cuaresma son oración, ayuno y limosna.

Al crecer, siempre pensé que dar limosna era lo extraño. Parecía responsabilidad de nuestros padres; solo éramos los intermediarios que dejamos dinero en la bolsa de recolección de la iglesia. Parecía la tarea más fácil de completar; los otros dos tomaron un poco más de tiempo y esfuerzo.

Un domingo durante la Cuaresma, cuando era niño, recordé que Jesús dijo que cuando damos, la mano izquierda no debe saber lo que está haciendo la mano derecha. Entonces, a medida que se acercaba el ofertorio, mi mano derecha comenzó a extraer cuidadosamente solo una moneda de mi bolsillo, mientras que mi cerebro y mi mano izquierda hicieron todo lo posible por ignorar.

Mis padres vieron mi pelea y se divirtieron completamente por la ingenuidad del hijo cuando me expliqué.

En 2014 estaba en el extranjero por trabajo y necesitaba retirar efectivo de un cajero automático antes de la cena. Una señora, envuelta en una fina manta con su hijo sentado a mi lado, me pidió dinero justo cuando lo recogí. Mientras obedecía a mi cerebro y me alejaba, lo que dijo todavía está grabado en mi mente hasta el día de hoy. "¡Somos humanos también!" Ella exclamo.

Ese accidente me cambió. Hoy, como adulto joven, me doy cuenta de que el cerebro y la mano izquierda siempre interfieren con la donación. O el cerebro arroja dudas y provoca inacción, o la mano izquierda vacía el bolsillo primero.

Recientemente, en un accidente similar en casa en Singapur, estaba retirando efectivo en mi vecindario para comprar comida familiar cuando una mujer me pidió dinero. Esta vez le pregunté si había almorzado y le dije: "Espérame, te conseguiré un paquete de arroz con pollo". Cuando le entregué el paquete de comida, la expresión de desconcierto en su rostro me dijo que nadie lo había hecho por ella. Pero cuando ella comenzó a compartir su situación conmigo, inmediatamente me disculpé pensando que había hecho mi parte.

La mendicidad es en realidad la tarea más difícil de las tres porque estamos llamados a dar sin ser calculadoras y dar más que solo dinero. Quizás podamos dar más a lo que es más valioso para nosotros en esta Cuaresma: nuestro tiempo.

No dejes que nuestras mentes y manos izquierdas guíen nuestras donaciones. En cambio, deje que Jesús guíe nuestros corazones en esta Cuaresma.