Leonardo di Noblac, el Santo del 6 de noviembre, historia y oración

Mañana sábado 6 de noviembre, la Iglesia Católica conmemora Leonardo de Noblac.

Es uno de los santos más populares de toda Europa Central, hasta el punto de que se le han dedicado nada menos que 600 capillas e iglesias, incluida la de Inchenhofen, en la Suabia bávara, que, en la Edad Media, fue incluso la cuarto lugar de peregrinación en el mundo después de Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela.

El nombre de este abad francés está indisolublemente ligado al destino de los presos. De hecho, habiendo obtenido del Rey el poder de liberar a los prisioneros, Leonardo se apresura a todos los lugares donde se entera de que están.

Además, muchos presos que han visto romperse las cadenas ante la mera invocación de su nombre, buscan refugio en su monasterio, donde se les ofrece poder trabajar en el bosque en lugar de seguir robando para ganarse la vida. Leonardo murió en 559 cerca de Limoges. Además de las mujeres en labor y las prisioneras, también se le considera el patrón de los novios, campesinos, herreros, comerciantes de frutas y mineros.

Según algunas fuentes, Leonardo era un cortesano franco que se convirtió de San Remigio: rechazó la oferta de un asiento de su padrino, el rey Clovis I, y se convirtió en monje en Micy.

Vivió como ermitaño en Limoges y fue recompensado por el rey con toda la tierra que podía montar en un burro en un día por sus oraciones. Fundó el monasterio de Noblac en el terreno que le fue otorgado y creció en la ciudad de Saint-Leonard. Allí permaneció para evangelizar los alrededores hasta su muerte.

ORACIÓN A SAN LEONARDO DE NOBLAC

Oh Buen Padre San Leonard, te he elegido como mi patrón y mi intercesor ante Dios. Vuelve tu mirada misericordiosa hacia mí, tu humilde servidor, y eleva mi alma hacia los bienes eternos del Cielo. Protégeme contra todo mal, contra los peligros del mundo y las tentaciones del diablo; Inspírame el verdadero amor y la verdadera devoción por Jesucristo, para que mis pecados sean perdonados y, en virtud de tu santa intercesión, pueda ser fortalecidos en la fe vivificados en la esperanza y ardientes en la caridad.

Hoy y especialmente en la hora de mi muerte, me encomiendo a tu santa intercesión, cuando ante la corte de Dios tendré que dar cuenta de todos mis pensamientos, palabras y obras; para que, después de esta corta peregrinación terrena, sea recibido en los tabernáculos eternos, y que, junto a ustedes, pueda alabar, venerar y glorificar al Dios Todopoderoso, por toda la eternidad. Amén.