Carta de un niño discapacitado

Queridos amigos, quiero escribirles esta carta para contarles sobre la vida de un niño discapacitado, lo que realmente somos y lo que ustedes no saben.

Muchos de ustedes cuando hacemos gestos, decimos algunas palabras o sonreímos, están contentos con lo que hacemos. Por supuesto, todos están enfocados en nuestro físico, en nuestra discapacidad y cuando a veces hacemos algo diferente para superarlo, están contentos con cómo reaccionamos. Ves nuestro cuerpo en cambio tenemos una fuerza, algo misterioso, divino. Así como ves las cosas materiales en la vida, estás enfocado en lo que mostramos.

Tenemos un alma sin pecado, a nuestro alrededor tenemos ángeles que nos hablan, emanamos una luz divina que solo los que aman y tienen fe pueden vislumbrar. Al mirar nuestras debilidades físicas, veo las espirituales. Eres ateo, infeliz, materialista y a pesar de tener todo lo que buscas siempre todos los días. Tengo poco, nada, pero soy feliz, amo, creo en Dios y gracias a mí, a mis sufrimientos, muchos de ustedes en el pecado se salvarán de dolores eternos. En lugar de mirar nuestros cuerpos, miren sus almas, en lugar de notar que nuestras debilidades físicas dan evidencia de sus pecados.

Queridos amigos, les escribo esta carta para hacerles comprender que no nacimos sin suerte ni por casualidad, sino que también nosotros, los niños con discapacidad, tenemos una misión divina en este mundo. El buen Dios nos da debilidades en el cuerpo para transmitirte ejemplos para el alma. No mires lo que hay de malo en nosotros, sino toma un ejemplo de nuestras sonrisas, nuestra alma, nuestras oraciones, la providencia en Dios, la honestidad, la paz.

Entonces en el último día de nuestra vida cuando nuestro cuerpo enfermo termina en este mundo les puedo decir que los ángeles descienden sobre este para llevarse nuestra alma, en el cielo hay un sonido de trompetas y una melodía a la gloria, Jesús abre sus brazos y nos espera a la puerta del Cielo, los Santos del Cielo forman un coro a derecha e izquierda mientras nuestra alma, triunfante, recorre todo el Cielo. Querido amigo, mientras en la tierra viste el mal en mi cuerpo, ahora desde aquí veo el mal en tu alma. Ahora veo a un hombre que se mueve, camina, habla en el cuerpo pero con una discapacidad en el alma.

Queridos amigos, les escribí esta carta para decirles que no somos desafortunados ni diferentes, pero Dios nos ha dado una tarea diferente a la suya. Mientras sanan nuestros cuerpos les damos fuerza, ejemplo y salvación a sus almas. No somos diferentes, somos iguales, nos ayudamos y juntos llevamos a cabo el plan de Dios en este mundo.

Escrito por Paolo Tescione 

Dedicado a Anna que hoy 25 de diciembre deja este mundo por el cielo