Luisa Vairo cree que su hijo se ahogó pero el Padre Pío le dice "Tu hijo está vivo, te doy su dirección"

Aún hoy queremos seguir contándote episodios extraordinarios relacionados con la vida del Padre Pío, un fraile que logró cambiar la vida de muchas personas. Entre estos también hay Luisa Vairo y esta es su historia.

Padre Pio

en 1925 Luisa Vairo vivía en Londres y había decidido emprender el viaje a San Giovanni Rotondo. Su vida, llena de comodidades y privilegios, no la satisfizo. Incluso había olvidado la religión. Cuando se encontró frente al pobreza del área del convento se sentían incómodos. Ese mundo no le pertenecía.

Entró en la iglesia y se sentó esperando la fraile de Pietralcina. Cuando pasó frente a él, Padre Pio le ordenó que no se arrepintiera, ya que el misericordia de dios era infinito. Luego le pidió que se confesara, pero el santo la pospuso hasta la tarde.

Por la tarde comenzó su confesión y como un río en crecida, contó todas sus historias detalladamente peccati.

Permaneció durante bastante tiempo en San Giovanni Rotondo, viviendo en pobreza y penitencia. Un día, mientras arreciaba la tormenta, se dirigió hacia el convento con la ropa empapada y con los pies descalzos y sangrantes. El Padre Pío la vio llegar y le dijo que en realidad allí la lluvia no estaba mojada. Miró su ropa y notó con asombro que estaba seca.

fraile de Pietralcina

Tu hijo está en esta dirección.

Un día la señora Vaino llamó a su hijo. Ella quería volver a verlo y le pidió que fuera a verla. Para mi horror, unos días después, leyendo un giornale supo la noticia de que el barco en el que viajaba su hijo estaba hundido y mucha gente se había ahogado.

Desesperada corrió hacia el Padre Pío, contándole la noticia y llanto para el hijo. Pero el Padre Pío la tranquilizó diciéndole que él era su hijo. vivo e incluso dándole su dirección. La señora escribió a esa dirección, sin saber que su hijo hacía lo mismo. Cuando el niño recibió el carta, se preguntó cómo consiguió su madre su dirección. Entonces decidió unirse a ella.

Al estar con su madre y escuchar sus historias, aunque escéptico decidió acudir al Padre Pío y rápido para tomar la comunión. En el camino, sin embargo, compró 2 huevos y un racimo de uvas y decidió comérselo. Una vez que llegó, antes de abrir la boca, el Padre Pío le preguntó si estaba ayunando y al responder afirmativamente, le dijo que era un mentiroso ya que había comido 2 huevos y uvas. A partir de ese momento el chico dejó a un lado todo su escepticismo.