Meditación del día: el amor profundo disipa el miedo

Jesús dijo a sus discípulos: "El Hijo del Hombre debe sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, morir y resucitar al tercer día". Lucas 9:22 Jesús sabía que sufriría mucho, sería rechazado y asesinado. ¿Cómo manejarías ese conocimiento si de alguna manera supieras sobre tu futuro? La mayoría de las personas se llenarían de miedo y se obsesionarían con tratar de evitarlo. Pero no nuestro Señor. Este pasaje anterior muestra cuán decidido estaba en abrazar su cruz con confianza y coraje inquebrantables. Esta es solo una de las muchas veces que Jesús comenzó a darles la noticia a sus discípulos de su inminente perdición. Y siempre que hablaba de esta manera, la mayoría de los discípulos permanecían en silencio o negaban. Recordamos, por ejemplo, una de estas reacciones de San Pedro cuando respondió a la predicción de Jesús sobre su pasión diciendo: “¡Dios no lo quiera, Señor! Nunca te sucederá nada parecido ”(Mateo 16:22).

Al leer este pasaje anterior, la fuerza, el coraje y la determinación de nuestro Señor brillan por el hecho de que habla tan clara y definitivamente. Y lo que impulsa a Jesús a hablar con tanta convicción y valor es su amor. Con demasiada frecuencia, el "amor" se entiende como un sentimiento fuerte y hermoso. Se percibe como una atracción por algo o un gran gusto por ello. Pero esto no es amor en su forma más verdadera. El amor verdadero es una opción para hacer lo que es mejor para otro, sin importar el costo, sin importar lo difícil que sea. El amor verdadero no es un sentimiento que busca la realización egoísta. El amor verdadero es una fuerza inquebrantable que busca solo el bien del ser querido. El amor de Jesús por la humanidad fue tan fuerte que fue empujado hacia su muerte inminente con gran poder. Estaba firmemente decidido a sacrificar su vida por todos nosotros y no había nada que pudiera disuadirlo de esa misión. En nuestra vida, es fácil perder de vista lo que es el verdadero amor. Podemos fácilmente quedar atrapados en nuestros deseos egoístas y pensar que estos deseos son amor. Pero no lo son. Reflexione hoy sobre la determinación inquebrantable de nuestro Señor de amarnos a todos de manera sacrificada sufriendo mucho, soportando el rechazo y muriendo en la Cruz. Nada lo disuadiría jamás de este amor. Debemos mostrar el mismo amor sacrificado. Oración: Mi amado Señor, te agradezco por tu inquebrantable compromiso de sacrificarte por todos nosotros. Te agradezco por esta insondable profundidad del amor verdadero. Dame la gracia que necesito, querido Señor, para alejarme de toda forma de amor egoísta para imitar y participar de Tu más perfecto amor sacrificial. Te amo, querido Señor. Ayúdame a amarte a ti y a los demás con todo mi corazón. Jesús, creo en ti.