Meditación del día: el poder transformador del ayuno

"Llegarán días en que el novio les será quitado, y entonces ayunarán". Mateo 9:15 Nuestros apetitos y deseos carnales pueden fácilmente nublar nuestro pensamiento y evitar que deseemos solo a Dios y su santa voluntad. Por lo tanto, para frenar los apetitos desordenados, es útil mortificarlos con actos de abnegación, como el ayuno.

Pero durante el ministerio público de Jesús, cuando estaba con sus discípulos a diario, parece que la abnegación no era necesaria para sus discípulos. Solo se puede suponer que esto se debió al hecho de que Jesús estaba tan íntimamente presente para ellos todos los días que su presencia divina fue suficiente para frenar cualquier afecto desordenado.

Pero llegó el día en que Jesús les fue quitado, primero con Su muerte y luego poco después con Su Ascensión al Cielo. Después de la Ascensión y Pentecostés, la relación de Jesús con sus discípulos cambió. Ya no era una presencia física y tangible. Lo que vieron ya no fue una dosis diaria de enseñanzas autorizadas y milagros inspiradores. En cambio, su relación con nuestro Señor comenzó a adquirir una nueva dimensión de conformidad con la pasión de Jesús.

Los discípulos ahora fueron llamados a imitar a nuestro Señor volviendo sus ojos de fe hacia Él interior y exteriormente actuando como Su instrumento de amor sacrificial. Y por esta razón los discípulos necesitaban controlar sus pasiones y apetitos carnales. Por tanto, después de la ascensión de Jesús y con el inicio del ministerio público de los discípulos,

Cada uno de nosotros está llamado a ser no solo un seguidor de Cristo (un discípulo) sino también un instrumento de Cristo (un apóstol). Y si vamos a cumplir bien estos roles, nuestros apetitos carnales desordenados no pueden interponerse en el camino. Debemos permitir que el Espíritu de Dios nos consuma y nos guíe en todo lo que hacemos. El ayuno y todas las demás formas de mortificación nos ayudan a mantenernos enfocados en el Espíritu en lugar de en nuestras debilidades y tentaciones carnales. Reflexione hoy sobre la importancia del ayuno y la mortificación de la carne.

Estos actos penitenciales no suelen ser deseables al principio. Pero esta es la clave. Al hacer lo que nuestra carne no "desea", fortalecemos nuestro espíritu para tomar un mayor control, lo que permite que nuestro Señor nos use y dirija nuestras acciones de manera más efectiva. Participe en esta práctica sagrada y se sorprenderá de lo transformadora que será. Oración: Mi querido Señor, gracias por elegir usarme como su instrumento. Te agradezco porque puedes ser enviado por ti para compartir tu amor con el mundo. Dame la gracia de conformarme más plenamente a Ti mortificando mis apetitos y deseos desordenados para que Tú y solo Tú puedas tomar el control total de mi vida. Que esté abierto al don del ayuno y que este acto penitencial ayude a transformar mi vida. Jesús, creo en ti.

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