Meditación hoy: fe en todas las cosas

Ahora bien, había un oficial real cuyo hijo estaba enfermo en Capernaum. Cuando se enteró de que Jesús había llegado a Galilea desde Judea, se acercó a él y le pidió que bajara y sanara a su hijo, que estaba al borde de la muerte. Jesús le dijo: "A menos que veas señales y prodigios, no creerás". Juan 4: 46–48

Jesús terminó sanando al hijo del oficial real. Y cuando el oficial real regresó y descubrió que su hijo había sido curado, se nos dice que "él y toda su familia creyeron". Algunos creyeron en Jesús solo después de realizar milagros. Hay dos lecciones que debemos aprender de esto.

Reflexiona hoy sobre la profundidad de tu fe

En primer lugar, el hecho de que Jesús realizó milagros es un testimonio de Quién es Él. Es un Dios de abundante misericordia. Como Dios, Jesús podría haber esperado fe de aquellos a quienes ministró sin ofrecerles "pruebas" de señales y prodigios. Esto se debe a que la fe verdadera no se basa en evidencia externa, como ver milagros; más bien, la fe auténtica se basa en una revelación interior de Dios por la que se comunica a nosotros y creemos. Por lo tanto, el hecho de que Jesús hizo señales y prodigios muestra cuán misericordioso es. Ofreció estos milagros no porque alguien los mereciera, sino simplemente por su abundante generosidad al ayudar a despertar la fe en las vidas de aquellos a quienes les resultaba difícil creer solo a través del don interior de la fe.

Dicho esto, es importante entender que debemos trabajar para desarrollar nuestra fe sin depender de señales externas. Imagínese, por ejemplo, si Jesús nunca hubiera realizado milagros. ¿Cuántos llegarían a creer en él? Quizás muy pocos. Pero habría algunos que llegarían a creer, y los que lo hicieron tendrían una fe excepcionalmente profunda y auténtica. Imagínese, por ejemplo, si este oficial real no hubiera recibido un milagro para su hijo pero, sin embargo, hubiera elegido creer en Jesús de todos modos a través del don interior transformador de la fe.

En cada una de nuestras vidas, es esencial que trabajemos para desarrollar nuestra fe, incluso si Dios no parece actuar de manera poderosa y obvia. De hecho, la forma más profunda de fe surge en nuestra vida cuando elegimos amar a Dios y servirle, incluso cuando las cosas son muy difíciles. La fe en medio de las dificultades es un signo de fe muy auténtico.

Reflexione hoy sobre la profundidad de su fe. Cuando la vida es dura, ¿amas a Dios y aún le sirves? ¿Incluso si no te quita las cruces que llevas? Trate de tener una fe verdadera en todo momento y en todas las circunstancias y se sorprenderá de lo real y sostenida que se vuelve su fe.

Jesús misericordioso, tu amor por nosotros está más allá de lo que podamos imaginar. Tu generosidad es realmente grandiosa. Ayúdame a creer en ti y abrazar tu santa voluntad tanto en tiempos buenos como en tiempos difíciles. Ayúdame, sobre todo, a estar abierto al don de la fe, incluso cuando tu presencia y tu acción en mi vida parezcan silenciosas. Que esos momentos, querido Señor, sean momentos de verdadera transformación interior y gracia. Jesús, creo en ti.