Mensaje dado a Medjugorje el 2 de mayo de 2016

 

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Hijos míos, mi corazón maternal desea su sincera conversión y su fuerte fe para transmitir amor y paz a todos los que los rodean. Pero mis hijos no lo olviden: cada uno de ustedes es un mundo único antes del Padre Celestial, por lo tanto, permitan que la obra del Espíritu Santo actúe sobre ustedes. Sean mis hijos espiritualmente puros. En la espiritualidad hay belleza: todo lo que es espiritual está vivo y es tan hermoso. No olviden que en la Eucaristía, que es el corazón de la fe, mi Hijo siempre está con ustedes, él viene a ustedes y parte el pan con ustedes porque, hijos míos, murió por ustedes, resucitó y regresó. Sabes estas palabras mías porque son la verdad y la verdad no cambia, solo que muchos de mis hijos la han olvidado. Hijos míos, mis palabras no son antiguas ni nuevas, son eternas. Por eso los invito, hijos míos, a que observen cuidadosamente los signos del tiempo, recojan las cruces rotas y sean apóstoles de la Anunciación. Gracias.