Mes de octubre dedicado al Rosario. Oración a la "Virgen del Rosario" para obtener una gracia

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Oh Dios, ven a salvarme.
Oh Señor, date prisa para ayudarme.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como fue en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

1. Oh Virgen Inmaculada, Reina del Rosario, en estos tiempos de fe muerta e impiedad triunfante querías plantar tu asiento como Reina y Madre en la antigua tierra de Pompeya. Desde ese lugar donde se adoraban a los ídolos y demonios, Tú hoy, como Madre de la gracia divina, dispersas los tesoros de las misericordias celestiales. Desde ese trono, oh Virgen misericordiosa, vuelve tus ojos hacia mí, Madre, y ten piedad: necesito tanto tu ayuda. Muéstrate a mí como a muchas otras verdaderas Madre de la misericordia: "Monstra te esse Matrem"; mientras que con todo mi corazón te saludo e invoco a mi Soberano y Reina.
Hola, Regina ...

2. A los pies de tu trono, gloriosa Señora, mi alma te venera en medio de gemidos y problemas ... En estas angustias y agitaciones en las que me encuentro, levanto mis ojos con confianza hacia Ti, que te has dignado para elegir las campañas de agricultores pobres y abandonados. Allí, Tú, como Reina de las Victorias, alzaste tu poderosa voz para llamar a tus devotos hijos de toda Italia y del mundo a erigir un templo. Muévete con lástima: Tú, que eres la ayuda de los cristianos, libérame de estas tribulaciones en las que yo, tú que somos nuestra vida, triunfa sobre la muerte que amenaza mi alma en estos peligros en los que está expuesta; dame paz, tranquilidad, amor, salud.
Hola, Regina ...

3. La sensación de que muchos se han beneficiado de usted porque han recurrido a usted con fe, infunde coraje para invocarlo en mi ayuda. Le prometiste a San Domenico que quien quiera las gracias con tu Rosario las consigue; y yo con el Rosario en mano te llamo, oh Madre, para observar si. Tú mismo trabajas continuamente de tus promesas maternas. Tú mismo haces maravillas continuas para llamar a tus hijos a honrarte en el templo de Pompeya. ¡Quieres limpiar nuestras lágrimas, quieres calmar nuestras preocupaciones! Con mi corazón en mis labios con viva fe, te llamo y te invoco: mi Madre, querida Madre, Madre hermosa, Madre muy dulce, ¡ayúdame! Madre y Reina del Santo Rosario de Pompeya, no tardes en extender tu poderosa mano para salvarme: la demora me llevaría a la ruina.
Hola, Regina ...

4. ¿A quién tendré que recurrir, si no a ti, que eres el alivio de los miserables, el consuelo de los abandonados, el consuelo de los afligidos? Lo confieso, no soy digno de recibir gracias. ¡Pero Tú eres la Esperanza de aquellos que se desesperan, gran Mediador entre el hombre y Dios, nuestro poderoso Abogado en el trono del Altísimo, Refugio de los pecadores! Di una palabra en mi favor a tu Hijo: él te responderá. Madre, pídele esta gracia que necesito tanto ... Puedes obtenerla para mí: Tú, mi Esperanza, mi Consolación, mi Dulzura, mi Vida. Así que espero y que así sea.
Hola, Regina ...

5. Virgen y Reina del Santo Rosario, Hija del Padre Celestial, Madre del Divino Hijo, Novia del Espíritu Santo, Tú que haces todo lo que puedes con la Santísima Trinidad, implora esta gracia que es necesaria para mí, siempre que no sea un obstáculo para mi salvación eterna ... ; Te pido tu Inmaculada Concepción, tu Divina Maternidad, tu alegría, tus dolores, tus triunfos: te pido el Corazón de tu Jesús, esos nueve meses que llevaste en tu vientre, por su muerte en la cruz, por su Santísimo Nombre, por su Preciosa Sangre. Te pido tu más dulce Corazón, en tu glorioso Nombre, oh María, Estrella del mar, Dama poderosa, Madre del dolor, Puerta del Paraíso, Madre de toda gracia. Confío en ti, espero todo de ti. Me tienes que salvar. Amén.
Hola, o Regina ...

para ser recitado durante nueve días consecutivos