Mensaje enviado a Medjugorje el 2 de octubre de 2016

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Queridos niños,
El Espíritu Santo, a través del Padre Celestial, me hizo Madre, Madre de Jesús y con esto, también tu Madre.
Por lo tanto, vengo a escucharte, a abrirte mis brazos maternos, a darte mi corazón e invitarte a quedarte conmigo, porque desde lo alto de la cruz, mi Hijo, me ha confiado a mí. Lamentablemente, muchos de mis hijos no han conocido el amor de mi Hijo.
Muchos no quieren saberlo. Pero ustedes, hijos míos, cuán malos son aquellos que deben ver o comprender para creer. Por eso, mis hijos, mis apóstoles, en el silencio de vuestro corazón, escuchen la voz de mi Hijo. Que tu corazón sea Su hogar, no sea oscuro y triste, sino iluminado con la luz de mi Hijo. Con fe busca la esperanza, porque la fe es la vida del alma.
Nuevamente los invito: oren, oren para poder vivir la fe con humildad en la paz del alma e iluminada con luz. Mis hijos, no traten de entender todo de inmediato porque yo tampoco entendí todo de inmediato, pero amaba y creía en las palabras divinas que mi Hijo me dijo. El que fue la primera luz, el principio de la redención.
Apóstoles de mi amor, ustedes que rezan, que se sacrifican, que aman y no juzgan, van y difunden la verdad. Palabras de mi Hijo, el Evangelio, porque tú eres el Evangelio viviente, eres los rayos de la luz de mi Hijo.
Mi hijo y yo estaremos a tu lado, te animaremos y te probaremos. Hijos míos, pidan siempre la bendición de aquellos y sólo de aquellos cuyas manos bendijo mi Hijo, de sus pastores. Gracias".