Mensaje dado a Medjugorje el 2 de septiembre de 2017

“Queridos hijos, ¿quién podría hablarles mejor que yo sobre el amor y el dolor de mi Hijo? Viví con él, sufrí con él. Viviendo la vida terrenal, sentí dolor porque era madre. Mi Hijo amaba los planes y las obras del Padre Celestial, el Dios verdadero; y, como me dijo, había venido a redimirte. Escondí mi dolor a través del amor. En cambio, hijos míos, tienen varias preguntas: no entienden el dolor, no entienden que, por el amor de Dios, deben aceptar el dolor y soportarlo. Todo ser humano, en mayor o menor medida, lo experimentará. Pero, con paz en el alma y en estado de gracia, existe una esperanza: es mi Hijo, Dios generado por Dios. Sus palabras son la semilla de la vida eterna: sembradas en buenas almas, dan frutos diferentes. Mi Hijo trajo dolor porque tomó tus pecados sobre sí mismo. Por eso, hijos míos, apóstoles de mi amor, ustedes que sufren: sepan que sus dolores se convertirán en luz y gloria. Mis hijos, mientras sufren dolor, mientras sufren, el Cielo entra en ustedes y les da a todos a su alrededor un poco de Cielo y mucha esperanza.
Gracias."