Dios mío, tú eres mi todo (por Paolo Tescione)

Padre Todopoderoso de gloria eterna, muchas veces me has hablado, pero ahora quiero volverme hacia ti y quiero que escuches mi grito de dolor que ahora fluye de mi corazón. ¡Soy un pecador! Mis gritos llegan a tu oído y pueden mover tus entrañas para que tu poderosa misericordia y perdón puedan caer sobre mí. Santo Padre, has hecho tanto por mí. Me creaste, me tejiste en el vientre de mi madre, creaste mis huesos, moldeaste mi cuerpo, me diste vida, me diste alma, vida eterna. Ahora mi corazón gime como una mujer en trabajo de parto, mi sufrimiento te alcanza. Por favor padre perdóname. Miré mi vida y me quejé frente a tu glorioso trono y te pedí todo. Pero ahora que me has dado todo, entiendo que tenía todo, ya que mi todo eres tú. Eres mi padre, mi creador, eres mi todo. Ahora entiendo el verdadero significado de la vida. Ahora entiendo que ni el oro, ni la plata, ni la riqueza pueden dar el bien que tú das. Ahora entiendo que me amas y no me abandonas e incluso si el pecado me cubre de vergüenza, estás en la ventana como el buen Padre y yo como el hijo pródigo. Vengo hacia ti y espero que celebre mi regreso. Padre eres mi todo. Eres mi gracia Sin ti solo veo odio y muerte. Tu mirada, tu amor me hacen único, fuerte, adorable. Santo Padre, mi llanto te alcanza.
He visto mi vida y me he dado cuenta de que soy digno de los castigos más amargos, pero mi mirada se dirige hacia ti, hacia tu inmensa misericordia. Ahora padre abre tus brazos. Santo Padre, quiero descansar mi cabeza sobre tu pecho. Quiero sentir la calidez de un padre que me ama y que perdona mi mal. Quiero escuchar tu voz susurrando mi nombre. Quiero tu caricia, tu beso. Mientras caminaba por las calles de este mundo escuché tu voz que decía "dónde estás", las mismas palabras que le dijiste a Adam después de comer la fruta y haber dado a luz a la creación. Me gritaste desde el fondo de mi corazón "¿dónde estás?". Padre, estoy en un abismo, estoy derramado en el mal. Padre, alza tus ojos hacia mí y dame la bienvenida a tu glorioso reino. Eres mi todo. Eres todo lo que es suficiente para mí. Eres lo único que necesito. Todo lo demás es nada y nada frente a tu glorioso y santo nombre. No tenía nada más que tenerte y ahora que lo tengo todo y te he perdido, me siento en el abismo de la nada, en el abismo de la nada. Santo Padre, déjame sentir tu calor, tu amor. Te confío a la gente que amo. Ámalos también como me amaste. Ahora tu perdón viene a mí. Me siento invadido por el amor infinito. Sé que tu gracia está conmigo y me amas. Gracias por tu perdon. Puedo decir y testificar que incluso si no te he visto te he conocido. Antes de conocerte de oídas ahora te conozco porque te revelaste. Dios mío y mi todo.