Papa Francisco relata el milagro que presenció

Esta increíble historia trata sobre uno niño agonizante, y es contada directamente por el Papa Francisco, testigo presencial de lo sucedido.

El Papa Francisco durante el Ángelus del domingo 24 de abril habló de una niña moribunda que se salvó gracias a las oraciones de su padre. El Santo Padre cuenta esta historia que muestra el poder de la fe de Jesús y los milagros del Señor.

El recuerdo de esta niña dejó una huella indeleble en su propia vida de cristiano. Era una noche de verano de 2005 o 2006. jorge mario se paró frente a la puerta de la basílica de nuestra señora de luján. Poco antes los médicos le dijeron que su hija, hospitalizada, no pasaría la noche. Apenas escuchó la noticia, Jorge caminó 60 kilómetros para llegar a la Basílica y rezar por ella.

Agarrado al portón repetía sin parar "Señor sálvala” toda la noche, orando a Nuestra Señora y clamando a Dios para que lo escuche. Por la mañana corrió al hospital. Al lado de la cama de su hija encontró a la mujer llorando y en ese momento pensó que su hija no lo había logrado.

manos Unidas

Nuestra Señora escucha las oraciones de Jorge

Pero su esposa explicó que estaba llorando de felicidad. La pequeña se curó y los médicos no podían entender lo que había pasado, no tenían una respuesta científica a este hecho.

Una historia extraordinaria que lleva al Papa a preguntarse si todos los hombres tienen el mismo coraje y ponen todas sus fuerzas en la oración ya los fieles a preguntarse qué pasó realmente aquella noche en Luján.

velas

I medios del vaticano en este punto se pusieron en la pista de sacerdote argentino testigo de lo sucedido, para entender más. El sacerdote decidió contar la historia, pero prefirió permanecer en el anonimato. Una tarde de verano, de camino a su casa, vio a Jorge pegado al portón, con un ramo de rosas. Se acercó a él para saber qué le pasaba y el hombre le contó la historia de su hija enferma. En ese momento el sacerdote lo invitó a entrar a la basílica.

Una vez en la basílica, el hombre se arrodilló frente al presbiterio y el sacerdote se sentó en el primer banco. Juntos rezaron el Rosario. Después de 20 minutos el sacerdote bendijo al hombre y se despidieron.

El sábado siguiente el cura volvió a ver al hombre con una niña de 8 o 9 años en brazos. Ella era su hija, la hija que Nuestra Señora había salvado.