El Papa Francisco llama a la heladería para agradecerles los dulces

Es un secreto mal guardado que el Papa Francisco es goloso, con una debilidad particular cuando se trata de helados.

Así que no debería haber sido una sorpresa que el "pontífice del frío" estuviera nuevamente presente esta semana, para agradecer a una heladería el obsequio de varios kilos de helado italiano.

Esta vez el gesto papal fue para el dueño de una heladería histórica llamada Mario Magrini, en Roseto degli Abruzzi, una localidad de la provincia de Teramo en Abruzzo, en el centro de Italia.

La tienda cumplirá 100 años el próximo año y la llamada comenzó como un "gracias". A principios del verano, Maria Grazia Magrini, la propietaria, le envió al Papa Francisco un "ladrillo" de los tres placeres favoritos de la tienda: café, vainilla y crema. Durante la llamada telefónica de 15 minutos, el pontífice argentino habría expresado su preferencia por lo primero.

El paquete iba acompañado de una nota que decía: "Mientras oramos por ti, tú oras por nosotros".

El amor de Francesco por el helado está bien documentado.

De hecho, en el vuelo de regreso de su visita de 2015 a Filipinas, Philippine Airlines cambió la mayor parte de su suministro de alcohol para almacenar 300 paquetes de helado de una sola porción, para consternación de muchos de los periodistas a bordo. Las porciones individuales de sabor a leche malteada y almendras crujientes de mantequilla marrón fueron coronadas con 20 paquetes de helado de pistacho que fueron obsequiados por Paco Magsaysay.

Sin embargo, para la mayoría de los argentinos que viven en el extranjero, no hay nada como el sabor conocido como Dulce de Leche (leche dulce) para traer recuerdos de casa. Es un sabor difícil de encontrar en Roma, pero hay una tienda a poca distancia del Vaticano que lo tiene, debidamente rociado con trozos de chocolate. Padrón Geletaria lo elabora con Dulce De Leche volado desde Argentina, para reemplazar la pasta a base de caramelo que usan el puñado de heladerías italianas que prueban el sabor.

En 2018, Sebastián Padrón envió seis libras de helado a Santa Marta, la residencia donde vive Francis. Poco después, recibió una nota escrita a mano, una bendición papal y una medalla. Su tienda se ha hecho tan famosa entre los amigos argentinos de Francesco que, cada vez que alguien va a visitarlo al Vaticano, le traen unos kilos de helado de regalo.