Pastillas de Fe 29 de diciembre "Ahora, Señor, deja que tu siervo vaya en paz"

MEDITACIÓN DEL DÍA
Después de mi primera misa en la tumba de San Pedro, aquí están las manos del Santo Padre Pío X, colocadas sobre mi cabeza en una bendición de buenos deseos para mí y para el comienzo de mi vida sacerdotal. Y después de más de medio siglo, aquí están mis manos extendidas sobre los católicos, y no solo sobre los católicos, del mundo entero, en un gesto de paternidad universal ... Como San Pedro y sus sucesores, yo estaba a cargo del gobierno de toda la Iglesia de Cristo, uno, santo, católico y apostólico. Todas estas palabras son sagradas y superan inimaginablemente cualquier exaltación personal. Me dejan en el fondo de mi nada, elevado a la sublimidad de un ministerio que prevalece sobre toda grandeza y dignidad humana.

Cuando, el 28 de octubre de 1958, los cardenales de la Santa Iglesia Romana me designaron responsable del rebaño universal de Cristo Jesús, a la edad de setenta y siete años, se extendió la convicción de que sería un Papa de transición. En cambio, aquí estoy en la víspera de mi cuarto año de pontificado y en la perspectiva de un programa sólido que se llevará a cabo frente al mundo entero que mira y espera. En cuanto a mí, me encuentro como San Martín que "no temía morir ni se negaba a vivir".

Siempre debo mantenerme listo para morir repentinamente y vivir tanto como el Señor quiera dejarme aquí. Si siempre. En el umbral de mi XNUMXº año, debo estar listo; tanto para morir como para vivir. Y en un caso como en el otro, debo ocuparme de mi santificación. Como en todas partes me llaman "Santo Padre", como si este fuera mi primer título, bueno, debo y realmente quiero ser.

GIACULATORIA DEL DIA
Jesús, Rey de todas las naciones, tu Reino sea reconocido en la tierra.

ORACION DEL DIA
CONSAGRACIÓN de la familia al Crucifijo

Jesús Crucificado, reconocemos de ti el gran regalo de la Redención y, por ello, el derecho al Paraíso. Como un acto de gratitud por tantos beneficios, te entronizamos solemnemente en nuestra familia, para que puedas ser su dulce Soberano y Divino Maestro.

Que tu palabra sea ligera en nuestra vida: tu moral, una regla segura de todas nuestras acciones. Preservar y revitalizar el espíritu cristiano para que nos mantenga fieles a las promesas del bautismo y nos proteja del materialismo, la ruina espiritual de muchas familias.

Dar a los padres una fe viva en la Divina Providencia y una virtud heroica para que sean un ejemplo de vida cristiana para sus hijos; juventud para ser fuerte y generoso en guardar tus mandamientos; que los pequeños crezcan en inocencia y bondad, según tu divino Corazón. Que este homenaje a tu Cruz también sea un acto de reparación por la ingratitud de esas familias cristianas que te han negado. Escucha, Jesús, nuestra oración por el amor que tu SS nos trae. Madre; y por los dolores que sufriste al pie de la Cruz, bendice a nuestra familia para que, viviendo en tu amor hoy, puedan disfrutar de ti en la eternidad. ¡Que así sea!