Píldoras de Fe 30 de enero "¡Qué intercambio tan grandioso y encomiable!"

Qué intercambio tan grande y digno de alabanza: abandonar las cosas temporales por lo eterno, merecer bienes celestiales para los terrícolas, recibir cien veces por uno y tener una vida bendecida.

Por lo tanto, pensé que su excelencia y santidad deberían rogarse con humildes oraciones, en las entrañas de Cristo, hasta donde yo pueda, para que usted se fortalezca en su santo servicio, creciendo de bien en mejor, de virtud en virtud, para que él que sirves con todo el deseo de tu espíritu, dignate otorgar las recompensas deseadas.

También te pido en el Señor, como puedo, querer, en tus oraciones santas, recomendarme a mí, a tu sierva, aunque sea inútil, y a las otras hermanas dedicadas a ti, que residen conmigo en el monasterio. Con la ayuda de ellos y (oraciones), podemos merecer la misericordia de Jesucristo, para que podamos disfrutar de la visión eterna junto con ustedes.