Oración a San Michele, San Gabriele y San Raffaele para recitar hoy

ORACIONES A SAN MICHELE ARCANGELO
El glorioso Arcángel San Miguel, quien en recompensa por su celo y coraje mostró a las mascotas la gloria y el honor de Dios contra el rebelde Lucifer y sus seguidores, no solo se confirmó en gracia junto con sus seguidores, sino que también se constituyó
Príncipe de la corte celestial, protector y defensor de la Iglesia, defensor de los buenos cristianos y consolador de la agonía, permíteme pedirte que me hagas mi mediador con Dios y obtengas de él las gracias que me son necesarias.
Padre, Ave, Gloria.
Glorioso Arcángel San Miguel,
Sé nuestro fiel protector en la vida y en la muerte.

ORACIÓN A SAN GABRIELE ARCANGELO
Oh glorioso Arcángel San Gabriel, comparto la alegría que sentiste al ir como mensajera celestial a María, admiro el respeto con el que te presentaste a ella, la devoción con la que la saludaste, el amor con el que, entre los Ángeles, adoraste el Verbo Encarnado en su vientre y le pido que repita el saludo que luego dirigió a María con sus mismos sentimientos y que ofrezca con el mismo amor los obsequios que luego presentó al Verbo hecho Hombre, con la recitación del Santo Rosario y el «Angelus Domini. Amén.

ORACIÓN A SAN RAFFAELE ARCANGELO
Oh glorioso Arcángel San Rafael que, después de proteger celosamente al hijo de Tobías en su afortunado viaje, finalmente lo hizo a salvo y sin daños para sus queridos padres, unidos con una novia digna de él, sé también un guía fiel para nosotros: vence las tormentas y En las rocas de este mar del mundo, todos tus devotos pueden llegar felices al puerto de la bendita eternidad. Amén.

ORACIONES A LOS TRES ARCANGELES
Que el Ángel de la Paz venga del Cielo a nuestros hogares, Michael, traiga paz y traiga guerras al infierno, la fuente de muchas lágrimas.

Ven Gabriel, el Ángel de la fuerza, expulsa a los antiguos enemigos y visita los templos queridos por el Cielo, que triunfó en la Tierra.

Asistamos a Raffaele, el Ángel que preside la salud; ven a sanar a todos nuestros enfermos y dirigir nuestros pasos inciertos a lo largo de los caminos de la vida.