Cuando se atribuye un castigo divino a la enfermedad

La enfermedad es un mal que trastorna la vida de todos aquellos que entran en contacto con ella y, sobre todo cuando afecta a los niños, se considera un castigo divino. Esto hiere la fe porque la degrada a una práctica supersticiosa con un Dios más parecido a las caprichosas deidades paganas que al Dios de los cristianos.

La persona o el niño que sufre una enfermedad sufre un enorme sufrimiento físico y psicológico. Los miembros de su familia sufren un choque espiritual que los lleva a cuestionar cualquier certeza que tuvieran hasta ese momento. No es raro que un creyente piense que esta enfermedad, que está destruyendo su vida y la de su familia, es una voluntad divina.

 El pensamiento más común es que Dios pudo haberles dado un castigo por una falta que no sabían que habían cometido. Este pensamiento es consecuencia del dolor que sintió en ese momento. A veces es más fácil creer que Dios quiere castigarnos con la enfermedad que rendirse al destino obvio de cada uno de nosotros que no se puede predecir.

Cuando los apóstoles se encuentran con un ciego le preguntan a Jesús: ¿quién pecó, él o sus padres, por qué nació ciego? Y el Señor responde << Ni él ha pecado ni sus padres >>.

Dios Padre "hace salir el sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e inguistas".

Dios nos da el don de la vida, nuestra tarea es aprender a decir sí

Creer que Dios nos castiga con enfermedades es similar a pensar que nos gratifica con salud. En todo caso, Dios nos pide que vivamos según las reglas que nos dejó a través de Jesús y que sigamos su ejemplo, que es la única forma de profundizar en el misterio de Dios y, por tanto, en el de la vida.

Parece injusto tener un espíritu positivo durante la enfermedad y aceptar el propio destino, pero ... no es imposible