Cuando Dios te envía en una dirección inesperada

Lo que sucede en la vida no siempre es ordenado o predecible. Aquí hay algunas ideas para encontrar la paz en medio de la confusión.

Giros y vueltas inesperados
Caminé por la acera que corre a lo largo del lado oeste de Central Park esta mañana maravillándome de su geometría: piedras hexagonales bajo mis pies estaban delimitadas por ladrillos parecidos a parquet, con una pared de piedra limpia a lo largo. Un poco más allá del muro se encontraba el parque en sí, donde delicadas ramas de árboles desnudos se entrelazaban en el cielo azul y un estruendo desigual de gorriones domésticos emergía de los tentáculos de tejo.

El contraste entre la acera recta y ordenada hecha por el hombre y la exuberancia enredada y arremolinada de la naturaleza justo más allá de sus límites me llevó a pensar en las diferencias entre la creación de Dios y la del hombre.

El mundo contiene innumerables ejemplos de círculos hechos por Dios: la luna, los ombligos, las uvas, las gotas de agua y el centro de las flores. Los triángulos también se notan fácilmente. Hay narices y orejas de gato gatito, coníferas, picos de montañas, hojas de agave y delta del río.

Pero, ¿qué pasa con la forma más común en el mundo creado por el hombre, el rectángulo? Busqué en mi cerebro contrapartes naturales, y aunque pensé y pensé que solo tenía dos: dientes y cristales de sal. Esto me sorprendió. ¿Preferimos rectángulos simplemente porque es más fácil de planificar y construir con bloques y líneas rectas? ¿O tiene algo que ver con la forma en que los humanos tienden a asumir que la vida debería ser lineal? No lo sé.

Hay un dicho que dice que Dios escribe directamente con líneas torcidas. Cuando miro la belleza de un árbol en invierno, con sus ramas, ramitas y ramitas que llegan al cielo en un patrón aparentemente confuso pero obviamente planeado, puedo captar algo de lo que significa.

El plan de Dios no siempre está ordenado y es predecible de la manera que yo quisiera. Hay giros y vueltas en mi vida que no puedo predecir ni predecir. Esto no significa que diversificarse en direcciones inesperadas sea incorrecto o incorrecto. Todo lo que significa es que en cada lugar nuevo que estoy, necesito seguir creciendo, alcanzando, viviendo para y con el Señor.