Esta pequeña corona con la Sangre de Jesús nos permite obtener grandes gracias.
En los granos grandes de la corona del rosario:
¡Padre Eterno, te ofrezco la Sangre de Jesucristo para el Inmaculado Corazón de María, para la santificación de los Sacerdotes y la conversión de los pecadores, para los moribundos y las almas del Purgatorio!
En los granos pequeños de la corona del rosario:
"Oh Jesús, deja que tu Sangre descienda sobre mí para fortificarme y sobre el diablo para derribarla".
Santa María Maddalena De 'Pazzi solía ofrecer la Sangre Divina cincuenta veces al día. Al aparecer ante ella, Jesús le dijo: ¡Desde que haces esta oferta, no puedes imaginar cuántos pecadores se han convertido y cuántas almas se han liberado del Purgatorio!