Esta oración te libera del mal, del mal y del mal.

Señor Jesús, que nos amas y nos has liberado de nuestros pecados con tu Sangre, te adoro, te bendigo y la fe vive junta, me consagro.

Con la ayuda de tu Espíritu, me comprometo a hacer de toda mi existencia, animada por el recuerdo de tu Sangre, un servicio fiel a la Voluntad de Dios para la venida de tu Reino.

Por tu sangre derramada en remisión de pecados, purifícame de toda culpa y renuévame en mi corazón, para que la imagen del nuevo hombre creado de acuerdo con la justicia y la santidad brille aún más en mí. Por tu sangre, un signo de reconciliación con Dios y entre los hombres, hazme un instrumento dócil de comunión fraterna.

Por el poder de tu sangre, prueba suprema de tu caridad, dame el coraje de amarte a ti y a tus hermanos para el regalo de la vida.

Jesús Redentor, ayúdame a llevar la cruz diariamente, porque mi gota de Sangre, unida a la tuya, es beneficiosa para la redención del mundo.

La sangre divina, que vivifica el Cuerpo Místico con tu gracia, me hace una piedra viva en la Iglesia.

Dame la pasión de la unidad entre los cristianos. Infúndeme con gran celo por la salvación de mi prójimo. Levanta muchas vocaciones misioneras en la Iglesia, para que todos los pueblos puedan conocer, amar y servir al Dios verdadero.

La sangre preciosa, un signo de liberación y vida nueva, me permite perseverar en la fe, la esperanza y la caridad, para que, marcado por Ti, pueda abandonar este exilio y entrar en la tierra prometida del Paraíso, para cantar mi alabanza para siempre con Todos los redimidos. Amén.