Reflexione hoy sobre cualquier persona en su vida de la que hable regularmente

Los fariseos se adelantaron y comenzaron a discutir con Jesús, pidiéndole una señal del cielo para probarlo. Suspiró desde lo más profundo de su espíritu y dijo: “¿Por qué esta generación busca una señal? De cierto os digo que ninguna señal se dará a esta generación ”. Marcos 8: 11-12 Jesús había realizado muchos milagros. Sanó a los enfermos, devolvió la vista a los ciegos, oyó a los sordos y alimentó a miles de personas con sólo unos pocos pescados y panes. Pero incluso después de todo esto, los fariseos vinieron a discutir con Jesús y le pidieron una señal del cielo. La respuesta de Jesús es bastante única. “Suspiró desde lo más profundo de su espíritu…” Este suspiro fue una expresión de su santo dolor por la dureza del corazón de los fariseos. Si tuvieran los ojos de la fe, no necesitarían otro milagro. Y si Jesús les hubiera hecho una "señal del cielo", tampoco les habría ayudado. Y entonces Jesús hace lo único que puede: suspiró. A veces, este tipo de reacción es la única buena. Todos podemos enfrentar situaciones en la vida donde otros nos confrontan con dureza y terquedad. Cuando eso suceda, tendremos la tentación de discutir con ellos, condenarlos, tratar de convencerlos de que tenemos razón y cosas por el estilo. Pero a veces una de las reacciones más sagradas que podemos tener ante la dureza del corazón de otra persona es sentir un dolor profundo y santo. También necesitamos "suspirar" desde el fondo de nuestro espíritu.

Cuando tenga un corazón duro, hablar y discutir racionalmente resultará de poca ayuda. La dureza de corazón es también lo que tradicionalmente llamamos el "pecado contra el Espíritu Santo". Es un pecado de obstinación y terquedad. Si es así, hay poca o ninguna apertura a la verdad. Cuando uno experimenta esto en la vida de otro, el silencio y un corazón afligido son a menudo la mejor reacción. Sus corazones deben suavizarse y su profundo dolor, compartido con compasión, puede ser una de las únicas respuestas que pueden ayudar a marcar la diferencia. Reflexione hoy sobre cualquier persona en su vida con la que hable regularmente, especialmente sobre asuntos de fe. Examine su enfoque y considere cambiar la forma en que se relaciona con ellos. Rechace sus argumentos irracionales y déjeles ver su corazón de la misma manera que Jesús permitió que Su corazón divino brillara en un suspiro santo. Ora por ellos, ten esperanza y deja que tu dolor ayude a derretir los corazones más obstinados. Oración: Jesús compasivo mío, tu corazón se llenó de la más profunda compasión por los fariseos. Esa compasión te ha llevado a expresar santo dolor por su terquedad. Dame tu propio corazón, querido Señor, y ayúdame a llorar no solo por los pecados de los demás, sino también por mis propios pecados, especialmente cuando soy terco de corazón. Derrite mi corazón, querido Señor, y ayúdame a ser también un instrumento de tu santo dolor para aquellos que necesitan esta gracia. Jesús, creo en ti.