Reflexiona hoy sobre tu misión de evangelizar a los demás.

Las noticias sobre él se difundieron cada vez más y grandes multitudes se reunieron para escucharlo y curarse de sus males, pero él se retiró a lugares desiertos para rezar. Lucas 5: 15-16

Esta línea concluye la hermosa y poderosa historia de un hombre que estaba lleno de lepra y que fue a Jesús, se postró ante él y le suplicó a Jesús que lo sanara si era su voluntad. La respuesta de Jesús fue simple: “Lo quiero. Sea purificado. Y luego Jesús hizo lo impensable. Tocó al hombre. El hombre, por supuesto, se curó de inmediato de su lepra y Jesús lo envió a presentarse al sacerdote. Pero la noticia de este milagro se difundió rápidamente y muchas personas siguieron viniendo a ver a Jesús como resultado.

Es fácil imaginar la escena de personas hablando de este milagro, pensando en sus dolencias y las de sus seres queridos y deseando ser curadas por este taumaturgo. Pero en el pasaje anterior, vemos a Jesús haciendo algo muy interesante y profético. Justo cuando las grandes multitudes se reunieron y cuando había mucha emoción por Jesús, Él se retiró a un lugar desierto para orar. ¿Por qué debería hacerlo?

La misión de Jesús era enseñar la verdad a sus seguidores y llevarlos al cielo. Hizo esto no solo a través de sus milagros y enseñanzas, sino también dando un ejemplo de oración. Al ir a orar solo a Su Padre, Jesús les enseña a todos estos seguidores entusiastas lo que es más importante en la vida. Los milagros físicos no son lo más importante. La oración y el compañerismo con nuestro Padre Celestial es lo más importante.

Si ha establecido una vida saludable de oración diaria, una forma de compartir el evangelio con otros es permitir que otros sean testigos de su compromiso con la oración. No para recibir sus elogios, sino para hacerles saber lo que te parece más importante en la vida. Cuando participa en la misa diaria, va a la iglesia para el culto o simplemente se toma un tiempo a solas en su habitación para orar, los demás se darán cuenta y se sentirán atraídos por una santa curiosidad que incluso puede llevarlos a una vida de oración.

Reflexiona hoy sobre tu misión de evangelizar a los demás con el simple acto de darles a conocer tu vida de oración y devoción. Deja que te vean orar y, si te lo piden, comparte con ellos los frutos de tu oración. Deje que brille su amor por nuestro Señor para que otros puedan recibir la bendición de su santo testimonio.

Señor, ayúdame a participar en una vida de verdadera oración y devoción todos los días. Ayúdame a ser fiel a esta vida de oración y a sumergirme cada vez más en mi amor por Ti. A medida que aprendo a orar, úsame para ser un testimonio a los demás para que aquellos que más te necesitan sean transformados por mi amor por Ti. Jesús, creo en ti.