Reflexiona hoy si has permitido que Jesús derrame gracias en tu vida

Jesús iba de ciudad y pueblo en pueblo, predicando y anunciando las buenas nuevas del Reino de Dios, acompañándolo estaban los Doce y algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades… Lucas 8: 1-2

Jesús estaba en una misión. Su misión era predicar incansablemente ciudad tras ciudad. Pero no lo hizo solo. Este pasaje enfatiza que estuvo acompañado por los Apóstoles y por varias mujeres que habían sido sanadas y perdonadas por él.

Hay mucho que nos dice este pasaje. Una cosa que nos dice es que cuando permitimos que Jesús toque nuestras vidas, nos sane, nos perdone y nos transforme, queremos seguirlo dondequiera que vaya.

El deseo de seguir a Jesús no era solo emocional. Ciertamente hubo emociones involucradas. Había una gratitud increíble y, en consecuencia, un vínculo emocional profundo. Pero la conexión fue mucho más profunda. Fue un vínculo creado por el don de la gracia y la salvación. Estos seguidores de Jesús experimentaron un mayor nivel de libertad del pecado que nunca antes. Grace cambió sus vidas y, como resultado, estaban listos y ansiosos por hacer de Jesús el centro de su vida, siguiéndolo dondequiera que fuera.

Piense en dos cosas hoy. Primero, ¿has permitido que Jesús derrame una abundancia de gracia en tu vida? ¿Dejaste que te tocara, te cambiara, te perdonara y te sanara? Si es así, ¿ha pagado esta gracia tomando la decisión absoluta de seguirlo? Seguir a Jesús, dondequiera que vaya, no es solo algo que estos apóstoles y santas mujeres hicieron hace mucho tiempo. Es algo que todos estamos llamados a hacer a diario. Reflexione sobre estas dos preguntas y vuelva a pensar dónde ve una falta.

Señor, por favor ven y perdóname, sáname y transfórmame. Ayúdame a conocer tu poder salvador en mi vida. Cuando reciba esta gracia, ayúdame con gratitud a devolverte todo lo que soy y a seguirte dondequiera que me lleves. Jesús, creo en ti.