Reflexiona hoy sobre lo que más te tienta al desánimo

Seguía gritando aún más: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!" Lucas 18: 39c

¡Bien por él! Había un mendigo ciego que había sido tratado mal por muchos. Fue tratado como si no fuera bueno y pecador. Cuando comenzó a pedirle misericordia a Jesús, se le dijo que se mantuviera callado de quienes lo rodeaban. Pero, ¿qué hizo el ciego? ¿Ha sucumbido a su opresión y ridículo? Ciertamente no. En cambio, "¡siguió gritando aún más!" Y Jesús se dio cuenta de su fe y lo sanó.

Hay una gran lección de la vida de este hombre para todos nosotros. Hay muchas cosas que encontraremos en la vida que nos deprimen, nos desaniman y nos tientan a la desesperación. Hay muchas cosas que son opresivas para nosotros y difíciles de manejar. ¿Entonces, qué debemos hacer? ¿Deberíamos ceder a la lucha y luego refugiarnos en un agujero de autocompasión?

Este ciego nos da el testimonio perfecto de lo que debemos hacer. Cuando nos sentimos oprimidos, desanimados, frustrados, incomprendidos o algo por el estilo, debemos aprovechar esta oportunidad para acercarnos a Jesús con mayor pasión y valor invocando Su misericordia.

Las dificultades en la vida pueden tener uno o dos efectos en nosotros. O nos derriban o nos hacen más fuertes. La forma en que nos hacen más fuertes es alentando en nuestras almas una mayor confianza y dependencia en la misericordia de Dios.

Reflexiona hoy sobre lo que más te tienta al desánimo. ¿Qué es lo que parece abrumador y difícil de manejar? Utilice esa lucha como una oportunidad para clamar con más pasión y celo por la misericordia y la gracia de Dios.

Señor, en mi debilidad y fatiga, ayúdame a volverme a Ti con más pasión. Ayúdame a confiar aún más en ti en momentos de angustia y frustración en la vida. Que la maldad y la dureza de este mundo solo fortalezcan mi resolución de volverme a Ti en todas las cosas. Jesús, creo en ti.