Reflexione hoy sobre lo abierto que está a ver la verdad de Dios

“En verdad les digo que los recaudadores de impuestos y las prostitutas están entrando en el reino de Dios antes que ustedes. Cuando Juan vino a ti por el camino de la justicia, no le creíste; pero recaudadores de impuestos y prostitutas sí. Sin embargo, incluso cuando lo vio, más tarde no cambió de opinión y le creyó ”. Mateo 21: 31c-32

Estas palabras de Jesús se dirigen a los principales sacerdotes y a los ancianos del pueblo. Son palabras muy directas y condenatorias. También son palabras dichas para despertar la conciencia de estos líderes religiosos.

Estos líderes religiosos estaban llenos de orgullo e hipocresía. Mantuvieron sus opiniones y sus opiniones estaban equivocadas. Su orgullo les impidió descubrir las simples verdades que estaban descubriendo los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Por esta razón, Jesús deja en claro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas iban camino de la santidad, mientras que estos líderes religiosos no. Les habría resultado difícil aceptarlo.

¿En qué categoría estás? A veces los que son considerados "religiosos" o "piadosos" luchan con orgullo y juicio similares a los de los principales sacerdotes y ancianos de la época de Jesús. Este es un pecado peligroso porque lleva a la persona a mucha terquedad. Por eso Jesús fue tan directo y tan duro. Estaba tratando de liberarlos de su terquedad y sus costumbres orgullosas.

La lección más importante que podemos extraer de este pasaje es buscar la humildad, la franqueza y la autenticidad de los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Fueron alabados por nuestro Señor porque pudieron ver y aceptar la verdad honesta. Seguro, eran pecadores, pero Dios puede perdonar el pecado cuando somos conscientes de nuestro pecado. Si no estamos dispuestos a ver nuestro pecado, entonces es imposible que la gracia de Dios entre y sane.

Reflexiona hoy sobre lo abierto que estás a ver la verdad de Dios y, sobre todo, a ver tu estado caído y pecaminoso. No tenga miedo de humillarse ante Dios admitiendo sus errores y fracasos. Aceptar este nivel de humildad te abrirá las puertas de la misericordia de Dios.

Señor, ayúdame a humillarme siempre ante Ti. Cuando el orgullo y la hipocresía entren en juego, ayúdame a escuchar tus palabras fuertes y a arrepentirme de mis caminos obstinados. Soy un pecador, querido Señor. Te pido tu perfecta misericordia. Jesús, creo en ti.