Reflexione hoy sobre el deseo natural en su corazón de amar y respetar a los demás.

Haz a los demás lo que te gustaría que hicieran. Esta es la ley y los profetas ". Mateo 7:12

Esta frase familiar era un mandato de Dios establecido en el Antiguo Testamento. Es una buena regla general para vivir.

¿Qué te gustaría que los demás "te hicieran"? Piénsalo y trata de ser honesto. Si somos honestos, tenemos que admitir que queremos que otros hagan mucho por nosotros. Queremos ser respetados, tratados con dignidad, tratados de manera justa, etc. Pero en un nivel aún más profundo, queremos ser amados, entendidos, conocidos y atendidos.

En el fondo, todos deberíamos tratar de reconocer el deseo natural que Dios nos ha dado de compartir una relación amorosa con los demás y ser amados por Dios. Este deseo está en el corazón de lo que significa ser humano. Nosotros como humanos estamos hechos para ese amor. Este pasaje de las Escrituras muestra que debemos estar listos y dispuestos a ofrecer a otros lo que queremos recibir. Si podemos reconocer los deseos naturales del amor en nosotros, también debemos esforzarnos por promover el deseo de amar. Debemos promover el deseo de amar de la misma manera que lo buscamos para nosotros mismos.

Esto es más difícil de lo que parece. Nuestra tendencia egoísta es pedir y esperar amor y misericordia de los demás, al mismo tiempo que nos mantenemos en un estándar mucho más bajo de lo que ofrecemos. La clave es centrar nuestra atención en nuestro deber primero. Debemos esforzarnos por ver qué estamos llamados a hacer y cómo estamos llamados a amar. Cuando vemos esto como nuestro primer deber y nos esforzamos por vivirlo, descubriremos que encontramos una satisfacción mucho mayor al dar que al tratar de recibir. Descubriremos que "hacer en los demás", independientemente de lo que "hagan", es lo que realmente logramos.

Reflexione hoy sobre el deseo natural que tiene en su corazón de amar y respetar a los demás. Por lo tanto, haga de este el enfoque de cómo trata a los que le rodean.

Señor, ayúdame a hacer a los demás lo que quiero que me hagan a mí. Ayúdame a usar el deseo de amor en mi corazón como una motivación para mi amor por los demás. Al entregarme, ayúdame a encontrar satisfacción y satisfacción en ese regalo. Jesús, creo en ti.