Reflexione hoy sobre su enfoque del ayuno y otras prácticas penitenciales.

“¿Pueden los invitados a la boda ayunar mientras el novio está con ellos? Mientras tengan al novio con ellos, no pueden ayunar. Pero vendrán días en que el novio les será quitado, y entonces ayunarán ese día. San Marcos 2: 19-20

El pasaje anterior revela la respuesta de Jesús a los discípulos de Juan el Bautista y algunos fariseos que cuestionan a Jesús sobre el ayuno. Señalan que los discípulos de Juan y los fariseos siguen las leyes judías sobre el ayuno, pero los discípulos de Jesús no. La respuesta de Jesús llega al corazón de la nueva ley sobre el ayuno.

El ayuno es una práctica espiritual maravillosa. Ayuda a fortalecer la voluntad contra las tentaciones carnales desordenadas y ayuda a traer pureza al alma. Pero debe enfatizarse que el ayuno no es una realidad eterna. Algún día, cuando nos encontremos cara a cara con Dios en el cielo, no habrá necesidad de ayunar o hacer ninguna forma de penitencia. Pero mientras estemos en la tierra, lucharemos, caeremos y perderemos nuestro camino, y una de las mejores prácticas espirituales para ayudarnos a regresar a Cristo es orar y ayunar juntos.

El ayuno se vuelve necesario "cuando se lleva al novio". En otras palabras, el ayuno es necesario cuando pecamos y nuestra unión con Cristo comienza a desvanecerse. Es entonces cuando el sacrificio personal del ayuno ayuda a abrir nuevamente nuestro corazón a nuestro Señor. Esto es especialmente cierto cuando los hábitos del pecado se forman y se arraigan profundamente. El ayuno agrega mucho poder a nuestra oración y estira nuestras almas para que podamos recibir el "vino nuevo" de la gracia de Dios donde más lo necesitamos.

Reflexione hoy sobre su enfoque del ayuno y otras prácticas penitenciales. ¿Eres rápido? ¿Hace usted sacrificios regulares para fortalecer su voluntad y ayudarlo a alcanzar más plenamente a Cristo? ¿O esta práctica espiritual saludable se ha pasado por alto de alguna manera en su vida? Renueve su compromiso con este santo esfuerzo hoy y Dios obrará con fuerza en su vida.

Señor, abro mi corazón al vino nuevo de la gracia que quieres derramar sobre mí. Ayúdame a estar adecuadamente dispuesto a esta gracia y a utilizar todos los medios necesarios para abrirme más a Ti. Ayúdame, en particular, a participar en la maravillosa práctica espiritual del ayuno. Que este acto de mortificación en mi vida dé frutos abundantes para Tu Reino. Jesús, creo en ti.