Reflexione hoy sobre lo correcto que Dios quiera poner en su corazón

Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el área del templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, así como a los cambistas sentados allí. Hizo un látigo con las cuerdas y los echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes, y volcó a los cambistas y volcó sus mesas, y a los que estaban vendiendo las palomas les dijo: “Quiten esto de aquí, y dejar de hacer de la casa de mi padre un mercado. "Juan 2: 13b-16

Vaya, Jesús estaba enojado. Expulsó a los cambistas del templo con un látigo y volcó sus mesas mientras los reprendía. Debe haber sido una buena escena.

La clave aquí es que necesitamos entender qué tipo de "ira" tenía Jesús. Normalmente cuando hablamos de ira nos referimos a una pasión que está fuera de control y, de hecho, nos controla. Es la pérdida de control y es una pena. Pero esta no es la ira de Jesús.

Obviamente, Jesús fue perfecto en todos los sentidos, así que debemos tener mucho cuidado de no equiparar su ira con nuestra experiencia normal de ira. Sí, era una pasión para Él, pero era diferente de lo que experimentamos normalmente. Su ira era una ira que provenía de su perfecto amor.

En el caso de Jesús, fue su amor por el pecador y su deseo de arrepentimiento lo que guió su pasión. Su ira estaba dirigida contra el pecado en el que fueron absorbidos y atacó deliberada e intencionalmente el mal que vio. Sí, esto pudo haber sido impactante para quienes lo presenciaron, pero en esa situación fue la manera más efectiva para que Él los llamara al arrepentimiento.

A veces descubriremos que también nosotros debemos estar enojados con el pecado. ¡Pero ten cuidado! Es muy fácil para nosotros usar este ejemplo de Jesús para justificar perder el control de nosotros mismos y entrar en el pecado de la ira. La ira correcta, como Jesús manifestó, siempre dejará una sensación de paz y amor en aquellos que son reprendidos. También habrá una disposición inmediata a perdonar cuando se sienta verdadera contrición.

Reflexione hoy sobre la justa ira que Dios puede querer poner en su corazón a veces. Nuevamente, tenga cuidado de discernirlo correctamente. No se deje engañar por esta pasión. Más bien, permita que el amor de Dios por los demás sea la fuerza motriz y permita que un odio santo al pecado lo guíe a actuar de manera santa y justa.

Señor, ayúdame a cultivar en mi corazón la santa y justa ira que Tú quieres que tenga. Ayúdame a discernir entre lo que es pecado y lo que es correcto. Que esta pasión y toda mi pasión se dirijan siempre a la realización de Tu santa voluntad. Jesús, creo en ti.