Reflexiona hoy sobre tu alma y tus relaciones con los demás con la mayor honestidad posible.

Luego dijo a los fariseos: "¿Es lícito en sábado hacer bien en lugar de hacer mal, salvar una vida en lugar de destruirla?" Pero permanecieron en silencio. Jesús, mirando a su alrededor con ira y entristecido por la dureza de su corazón, le dijo al hombre: "Extiende tu mano". Lo extendió y su mano fue restaurada. Marcos 3: 4-5

El pecado daña nuestra relación con Dios, pero la dureza del corazón es aún más dañina porque perpetúa el daño causado por el pecado. Y cuanto más duro es el corazón, más permanente es el daño.

En el pasaje anterior, Jesús estaba enojado con los fariseos. A menudo, la pasión de la ira es pecaminosa, resultado de la impaciencia y la falta de caridad. Pero en otras ocasiones, la pasión de la ira puede ser buena cuando está motivada por el amor a los demás y el odio por su pecado. En este caso, Jesús se entristeció por la dureza de corazón de los fariseos y ese dolor motiva su santa ira. Su ira "santa" no ha provocado críticas irracionales; por el contrario, incitó a Jesús a sanar a este hombre en presencia de los fariseos para que ablandaran sus corazones y creyeran en Jesús. La siguiente línea del Evangelio dice: "Los fariseos salieron e inmediatamente consultaron con los herodianos en su contra para darle muerte" (Marcos 3: 6).

Debe evitarse enérgicamente la dureza del corazón. El problema es que aquellos que son duros de corazón generalmente no están abiertos al hecho de que son duros de corazón. Son tercos y tercos y, a menudo, hipócritas. Por lo tanto, cuando las personas sufren de este desorden espiritual, les resulta difícil cambiar, especialmente cuando se enfrentan.

Este pasaje del Evangelio te ofrece una importante oportunidad para mirar tu corazón con honestidad. Solo tú y Dios necesitan ser parte de esa introspección interior y esa conversación. Comienza reflexionando sobre los fariseos y el mal ejemplo que dieron. A partir de ahí, trata de mirarte a ti mismo con gran honestidad. ¿Eres terco? ¿Está endurecido en sus creencias hasta el punto de que ni siquiera está dispuesto a considerar que puede estar equivocado a veces? ¿Hay personas en su vida con las que ha entrado en un conflicto que aún persiste? Si alguna de estas cosas suena cierta, es posible que esté sufriendo el mal espiritual de un corazón endurecido.

Reflexione hoy sobre su alma y sus relaciones con los demás con la mayor honestidad posible. No dude en bajar la guardia y estar abierto a lo que Dios quiera decirle. Y si detectas la más mínima tendencia hacia un corazón endurecido y obstinado, suplica a nuestro Señor que venga a ablandarlo. Un cambio como este es difícil, pero las recompensas de tal cambio son incalculables. No lo dudes y no esperes. Al final, vale la pena un cambio.

Mi amado Señor, en este día me abro a un examen de mi corazón y oro para que me ayudes a estar siempre abierto al cambio cuando sea necesario. Ayúdame, sobre todo, a ver cualquier dureza que pueda tener en mi corazón. Ayúdame a superar toda obstinación, terquedad e hipocresía. Dame el don de la humildad, querido Señor, para que mi corazón se parezca más al tuyo. Jesús, creo en ti.