Reflexiona hoy sobre tu alma. No tengas miedo de mirarlo a la luz de la verdad.

El Señor le dijo: “¡Oh, fariseos! Aunque limpias el exterior de la taza y el plato, por dentro estás lleno de despojos y maldad. ¡Estas loco!" Lucas 11: 39-40a

Jesús continuamente criticaba a los fariseos porque estaban cautivados por su apariencia exterior e ignoraban el carácter sagrado de su alma. Parece que el fariseo después del fariseo cayó en la misma trampa. Su orgullo los ha llevado a obsesionarse con su apariencia exterior de rectitud. Desafortunadamente, su apariencia exterior era solo una máscara contra el "saqueo y el mal" que los consumía desde adentro. Por eso Jesús los llama "necios".

Este desafío directo de nuestro Señor fue claramente un acto de amor, ya que él deseaba profundamente que miraran lo que había dentro para purificar sus corazones y almas de todo mal. Parece que, en el caso de los fariseos, hubo que llamarlos directamente por su maldad. Esta era la única forma en que tendrían la oportunidad de arrepentirse.

Lo mismo puede ser cierto para todos nosotros en ocasiones. Cada uno de nosotros puede luchar para estar mucho más preocupado por nuestra imagen pública que por la santidad de nuestra alma. Pero, ¿qué es más importante? Lo importante es lo que Dios ve por dentro. Dios ve nuestras intenciones y todo lo que está en lo profundo de nuestra conciencia. Él ve nuestros motivos, nuestras virtudes, nuestros pecados, nuestros apegos y todo lo que está oculto a los ojos de los demás. También a nosotros se nos invita a ver lo que Jesús ve, se nos invita a mirar nuestra alma a la luz de la verdad.

¿Ves tu alma? ¿Examinas tu conciencia todos los días? Debes examinar tu conciencia mirando hacia adentro y viendo lo que Dios ve en los momentos de oración e introspección honesta. Quizás los fariseos se engañaban regularmente a sí mismos pensando que todo estaba bien en sus almas. Si hace lo mismo a veces, es posible que también deba aprender de las fuertes palabras de Jesús.

Reflexiona hoy sobre tu alma. No tenga miedo de mirarlo a la luz de la verdad y ver su vida como Dios la ve. Este es el primer y más importante paso para llegar a ser verdaderamente santo. Y no es solo la forma de purificar nuestra alma, también es el paso necesario para permitir que nuestra vida exterior brille con la luz de la gracia de Dios.

Señor, quiero ser santo. Quiero estar completamente purificado. Ayúdame a ver mi alma como tú la ves y permite que tu gracia y misericordia me purifiquen de la manera que necesito ser purificado. Jesús, creo en ti.