Reflexiona hoy sobre tu llamado a crecer en fuerza y ​​audacia para vencer el mal.

"Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos ha sufrido violencia, y los violentos lo arrebatan". San Mateo 11:12

¿Estás entre los que son "violentos" y están tomando el Reino de los Cielos "por la fuerza"? ¡Ojalá lo seas!

De vez en cuando las palabras de Jesús son difíciles de entender. Este pasaje anterior nos presenta una de esas situaciones. De este pasaje, San Josemaría Escrivá afirma que los "violentos" son cristianos que tienen "fuerza" y "audacia" cuando el ambiente en el que se encuentran es hostil a la fe (ver Es Cristo que pasa, 82). San Clemente de Alejandría dice que el Reino de los Cielos pertenece "a los que luchan contra sí mismos" (Quis dives salvetur, 21). En otras palabras, los "violentos" que están tomando el Reino de los Cielos son los que luchan vigorosamente contra los enemigos de su alma para obtener el Reino de los Cielos.

¿Cuáles son los enemigos del alma? Tradicionalmente hablamos del mundo, la carne y el diablo. Estos tres enemigos han causado mucha violencia en las almas de los cristianos que se esfuerzan por vivir en el Reino de Dios. Entonces, ¿cómo luchamos por el Reino? ¡Por la fuerza! Algunas traducciones dicen que los "agresores" están tomando el Reino por la fuerza. Esto significa que la vida cristiana no puede ser puramente pasiva. No podemos simplemente sonreír en nuestro camino al cielo. Los enemigos de nuestra alma son reales y agresivos. Por lo tanto, también debemos volvernos agresivos en el sentido de que debemos enfrentar directamente a estos enemigos con la fuerza y ​​la valentía de Cristo.

Cómo hacemos esto? Enfrentamos al enemigo de la carne con ayuno y abnegación. Nos enfrentamos al mundo manteniéndonos basados ​​en la verdad de Cristo, la verdad del evangelio, negándonos a conformarnos con la "sabiduría" de la época. Y nos enfrentamos al diablo al tomar conciencia de sus malvados planes para engañarnos, confundirnos y engañarnos en todo para regañarlo y rechazar sus acciones en nuestra vida.

Reflexiona hoy sobre tu llamado a crecer en fuerza y ​​audacia para luchar contra esos enemigos que atacan por dentro. El miedo es inútil en esta batalla. Confiar en el poder y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo es la única arma que necesitamos. Confíe en Él y no ceda a las muchas formas en que estos enemigos intentan robarle la paz de Cristo.

Mi glorioso y victorioso Señor, confío en ti para derramar tu gracia para que yo pueda estar firme contra el mundo, las tentaciones de mi carne y el mismo diablo. Dame valor, audacia y fuerza para que pueda pelear la buena batalla de la fe y no dude en buscarte a Ti y a tu santísima voluntad para mi vida. Jesús, creo en ti.