Reflexione hoy sobre su comprensión de nuestra Santísima Madre

Mi alma proclama la grandeza del Señor; mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador, porque ha mirado con favor a su humilde siervo. Desde este día me llamarán bienaventurada todas las generaciones: grandes cosas ha hecho en mí el Todopoderoso y santo es su nombre ”. Lucas 1: 46-49

Estas, las primeras líneas del glorioso canto de alabanza de nuestra Santísima Madre, revelan quién es ella. Ella es una cuya vida entera proclama la grandeza de Dios y se regocija continuamente. Ella es la perfección de la humildad y, por tanto, muy exaltada por todas las generaciones. Ella es aquella por quien Dios ha hecho grandes cosas y la única que Dios ha cubierto de santidad.

La solemnidad que celebramos hoy, la de su Asunción al cielo, indica el reconocimiento de Dios de su grandeza. Dios no le permitió probar la muerte ni las consecuencias del pecado. Ella era Inmaculada, perfecta en todos los sentidos, desde el momento de la concepción hasta el momento en que fue llevada en cuerpo y alma al Cielo para reinar como Reina por toda la eternidad.

La naturaleza inmaculada de nuestra Santísima Madre puede ser difícil de entender para algunos. Esto se debe a que su vida es uno de los mayores misterios de nuestra fe. Se ha dicho muy poco sobre ella en las Escrituras, pero se hablará mucho de ella por toda la eternidad cuando su humildad sea expuesta y su grandeza brille a los ojos de todos.

Nuestra Santísima Madre fue Inmaculada, es decir, sin pecado, por dos razones. Primero, Dios la preservó del pecado original en el momento de su concepción con una gracia especial. Lo llamamos una "gracia conservadora". Como Adán y Eva, fue concebida sin pecado. Pero a diferencia de Adán y Eva, fue concebida en el orden de la gracia. Fue concebida como una que ya había sido salvada por gracia, por su Hijo a quien un día traería al mundo. La gracia que un día su Hijo derramaría sobre el mundo trascendió el tiempo y lo cubrió en el momento de la concepción.

La segunda razón por la que nuestra Santísima Madre es Inmaculada es porque, a diferencia de Adán y Eva, ella nunca eligió pecar en toda su vida. Por tanto, se convirtió en la nueva Eva, la nueva Madre de todos los Vivientes, la nueva Madre de todos los que viven en la gracia de su Hijo. Como resultado de esta naturaleza inmaculada y su continua y libre elección de vivir en gracia, Dios llevó su cuerpo y alma al cielo para completar su vida terrenal. Es este hecho glorioso y solemne lo que celebramos hoy.

Reflexione hoy sobre su comprensión de nuestra Santísima Madre. ¿La conoces, comprendes su papel en tu vida y buscas continuamente su atención materna? Ella es tu madre si eliges vivir en la gracia de su Hijo. Acepta este hecho más profundamente hoy y elige convertirlo en una parte aún más importante de tu vida. ¡Jesús te estará agradecido!

Señor, ayúdame a amar a tu madre con el mismo amor que tú la tienes. Así como usted ha sido puesto a su cuidado, también deseo estar bajo su cuidado. María, mi madre y mi reina, ruega por mí mientras yo recurro a ti. Jesús, creo en ti.