Reflexiona hoy sobre tu humildad y confianza

Señor, no soy digno de dejarte entrar bajo mi techo; solo di la palabra y mi criado sanará. "Mateo 8: 8

Esta frase familiar se repite cada vez que nos preparamos para ir a la Sagrada Comunión. Es una declaración de gran humildad y confianza por parte del centurión romano que le pidió a Jesús que sanara a su siervo desde lejos.

Jesús está impresionado por la fe de este hombre que dice que "en nadie en Israel he encontrado tal fe". Vale la pena considerar la fe de este hombre como modelo para nuestra propia fe.

Primero, echemos un vistazo a su humildad. El centurión reconoce que no es "digno" de que Jesús venga a su casa. Esto es verdad. Ninguno de nosotros es digno de tanta gracia. La casa a la que esto se refiere espiritualmente es nuestra alma. No somos dignos de Jesús que viene a nuestras almas para hacer su hogar allí. Al principio esto puede ser difícil de aceptar. ¿No somos realmente dignos de esto? Bueno, no, no lo somos. Este es solo el hecho.

Es importante saber que este es el caso para que, en esta humilde realización, también podamos reconocer que Jesús elige venir a nosotros de todos modos. Reconocer nuestra indignidad no debe hacer nada más que llenarnos de gran gratitud por el hecho de que Jesús viene a nosotros en este humilde estado. Este hombre fue justificado en el sentido de que Dios derramó su gracia sobre él por su humildad.

También tenía una gran confianza en Jesús, y el hecho de que el centurión supiera que no era digno de tal gracia hace que su confianza sea aún más sagrada. Es sagrado porque sabía que no era digno, pero también sabía que Jesús lo amaba de todos modos y quería venir a él y sanar a su siervo.

Esto nos muestra que nuestra confianza en Jesús no debe basarse en si tenemos o no derecho a Su presencia en nuestra vida, sino que nos muestra que nuestra confianza se basa en nuestro conocimiento de su infinita misericordia y compasión. Cuando veamos esa misericordia y compasión, podremos buscarla. Nuevamente, no lo hacemos porque tenemos el derecho; más bien, lo hacemos porque es lo que Jesús quiere. Él quiere que busquemos su misericordia a pesar de nuestra indignidad.

Reflexione hoy sobre su humildad y confianza. ¿Puedes rezar esta oración con la misma fe que el centurión? Deja que sea un modelo para ti, especialmente cada vez que te prepares para recibir a Jesús "bajo tu techo" en la Sagrada Comunión.

Señor, no soy digno de usted. No soy particularmente digno de recibirte en la Sagrada Comunión. Ayúdame a reconocer humildemente este hecho y, en esa humildad, ayúdame también a reconocer el hecho de que quieres venir a mí de todos modos. Jesús, creo en ti.