Reflexione hoy sobre el objetivo de construir un tesoro en el cielo

"Pero muchos de los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros". Mateo 19:30

Esta pequeña línea, escondida al final del evangelio de hoy, revela mucho. Revela una contradicción entre el éxito mundano y el éxito eterno. Muy a menudo buscamos el éxito mundano y no buscamos las riquezas que duran por la eternidad.

Comencemos con los "muchos que son los primeros". ¿Quienes son esas personas? Para comprender esto debemos comprender la diferencia entre el "mundo" y el "Reino de Dios". El mundo se refiere a la popularidad puramente vana dentro de una cultura determinada. El éxito, el prestigio, la vanagloria y cosas por el estilo acompañan a la popularidad y el éxito mundanos. El maligno es el señor de este mundo y, a menudo, buscará despertar a los que sirven a su impía voluntad. Pero al hacerlo, muchos de nosotros nos sentimos atraídos y atraídos por esta forma de notoriedad. Esto es un problema, especialmente cuando comenzamos a tomar nuestra identidad en las opiniones de los demás.

Los "muchos primeros" son aquellos a quienes el mundo eleva como iconos y modelos de este éxito popular. Esta es una declaración general que ciertamente no se aplica a todas las situaciones y personas en particular. Pero debe reconocerse la tendencia general. Y de acuerdo con esta Escritura, aquellos que serán atraídos a esta vida serán "los últimos" en el Reino de los Cielos.

Compárelo con aquellos que son "primeros" en el Reino de Dios. Estas almas santas pueden ser honradas o no en este mundo. Algunos pueden ver su bondad y honrarlos (como se honró a Santa Madre Teresa), pero muy a menudo son humillados y considerados indeseables de una manera mundana.

¿Qué es más importante? ¿Qué prefieres honestamente para toda la eternidad? ¿Prefieres estar bien pensado en esta vida, incluso si eso significa comprometer los valores y la verdad? ¿O están sus ojos fijos en la verdad y las recompensas eternas?

Reflexione hoy sobre la meta de construir un tesoro en el cielo y la recompensa eterna prometida a quienes vivan una vida de fidelidad. No hay nada de malo en ser bien pensado por otros en este mundo, pero nunca debes permitir que ese deseo te domine o te disuada de mantener tus ojos en lo eterno. Reflexione sobre lo bien que lo hace y trate de convertir las recompensas del cielo en su objetivo único.

Señor, ayúdame a buscarte a Ti y a Tu Reino por encima de todo. Que Te complace y sirva a Tu Santísimo será mi único deseo en la vida. Ayúdame a deshacerme de las preocupaciones malsanas de la notoriedad y la popularidad del mundo ocupándome únicamente de lo que piensas. Te entrego, querido Señor, todo mi ser. Jesús, creo en ti.