Súplica a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa

La Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa es un icono mariano venerado por fieles católicos en todo el mundo. Su imagen está asociada a un milagro ocurrido en 1830 en París, cuando la Virgen María se apareció a Santa Catalina Labouré, monja de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

medalla

Durante la aparición, Nuestra Señora mostró a Catalina una medalla, llamada Medalla Milagrosa, que representaba su imagen con las palabras "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti“. La Virgen María pidió a Catalina que extendiera la medalla en señal de protección y bendición para todos aquellos que la portaban con fe.

En este artículo queremos dejarte la Súplica a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, a rezar los días 27 de cada mes, precisamente a las 17 horas para ayudarte en toda circunstancia.

Lupita

Súplica a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa

Oh Virgen Inmaculada, sabemos que siempre y en todo lugar estás dispuesta a responder oraciones de tus hijos exiliados en este valle de lágrimas, pero también sabemos que hay días en que te complaces en difundir más abundantemente los tesoros de tus gracias. Bueno, oh madre, aquí estamos postrados ante ti, en ese mismo día bendito, elegido por ti para la manifestación de tu Medalla.

Venimos a ti, llenos de dyo inmensa gratitud y confianza ilimitada, en este día tan querido para ti, para agradecerte el gran regalo que nos has hecho al regalarnos tu imagen, para que sea para nosotros prueba de cariño y prenda de protección. 

Esta es tu hora, oh María, tuya bondad inagotable, de tu misericordia triunfante, la hora en que hiciste fluir a través de tu Medalla ese torrente de gracias y maravillas que inundó la tierra. Haz, oh Madre, que esta hora que recuerda la dulce emoción de tu Corazón, que te impulsó a traernos el remedio para tantos males, que sea también nuestra hora: la hora de nuestra sincera conversión, y la hora del pleno cumplimiento de nuestros deseos.

Tú, que prometiste que grandes gracias serían para quienes las pidieran con confianza, vuelve tu mirada bondadosa hacia nosotros. Confesamos que no merecemos tu agradecimiento. Pero ¿a quién recurriremos, oh María, sino a ti?, que eres nuestra Madre, en cuyas manos Dios ha puesto todas sus gracias? Tener, por tanto, ten piedad de nosotros. Te pedimos por tu Inmaculada Concepción y por el amor que te impulsó a darnos tu preciosa Medalla. Amén.