Santa Faustina nos habla de la fuerza de la Salve Regina

Una vez el confesor me pidió que rezara según su intención y comencé una novena a Nuestra Señora. Esta novena consistió en recitar la "Salve Regina" nueve veces.

Hacia el final de la novena vi a la Virgen con el Niño Jesús en brazos y también vi a mi confesor que estaba arrodillado a sus pies y hablando con ella. No entendía de qué estaba hablando con la Virgen, ya que yo estaba ocupado hablando con el Niño Jesús, que había bajado de los brazos de la Virgen y se me acercó.

Nunca me cansé de admirar Su belleza. Escuché algunas palabras que Nuestra Señora le decía, pero no escuché todo. Las palabras son estas:

«No solo soy la Reina del Cielo, sino también la Madre de la Misericordia y vuestra Madre».

En ese momento extendió la mano derecha con la que sostenía el manto y cubrió con él al sacerdote. En ese instante la visión desapareció. Oh! ¡Qué gran gracia es tener un director espiritual! Se avanza más rápidamente en las virtudes, se conoce más claramente la voluntad de Dios, se la cumple con mayor fidelidad, se avanza por un camino cierto y seguro.

Santa Faustina Kowalska