Cómo Satanás interrumpe tus oraciones para no llevarlas a Dios

Satanás trabaja constantemente en nuestras vidas. La suya es una actividad que no conoce pausas ni descanso: sus emboscadas son continuas, su habilidad para sugerir el mal es difícil de comprender y muy difícil de erradicar, sus cualidades desconcertantes hacen que sea difícil reconocerlo y luchar contra él, especialmente por aquellos cristianos con una fe sólida, que representan sus objetivos favoritos. Especialmente cuando rezan.

En este sentido, nos gustaría contarles la historia de un niño nacido bajo el signo de Satanás (sus padres eran satanistas), que consagró su vida al diablo, antes de convertirse al cristianismo. Su conversión se llevaría a cabo por una comunidad entera a la que pretendía atacar con el apoyo de los demonios de los que era estimado aliado, pero de la que fue derrotado gracias a la fe colectiva y al ayuno.

Como un profundo conocedor de las fuerzas oscuras, el niño representaba una fuente de información sin precedentes para aquellos que quieren luchar contra el mal y sabían todas las formas en que Satanás interrumpió nuestras oraciones. Y por esta razón, John Mulinde, un sacerdote nacido y que opera en Uganda, quería escuchar lo que el niño tenía que decir. En cuanto a la credibilidad de John Mulinde, es suficiente mencionar el hecho de que fue desfigurado con ácido por bandas de extremistas islámicos que odiaban su trabajo. Lo que aprendió sobre las fuerzas del mal es de extraordinaria importancia hoy.

Según el niño, el mundo debe ser imaginado como cubierto con una roca oscura (malvada). La intensidad de las oraciones varía de acuerdo con su capacidad para perforar esta manta maligna e irradiar hacia arriba para alcanzar a Dios. Él distingue tres tipos de oraciones: las que vienen de las que rezan ocasionalmente; los de los que rezan con bastante frecuencia y conciencia, pero en los momentos libres; aquellos de quienes rezan continuamente porque sienten la necesidad.

En el primer caso, se eleva un tipo de humo con poca consistencia con las oraciones, que se dispersa en el aire sin siquiera poder alcanzar la manta negra. En el segundo caso, el humo espiritual se eleva en el aire, pero se dispersa al contacto con la cortina oscura. En el tercer caso, se trata de personas extremadamente creyentes cuya oración es frecuente y cuyo humo puede perforar la capa oscura y proyectarse hacia arriba y hacia Dios.

Satanás sabe bien que la intensidad de la oración depende de la continuidad con la que dialoga con Dios, y trata de cortar esta relación cuando el vínculo se hace más cercano, a través de una serie de pequeños trucos que a menudo son suficientes para lograr el objetivo. : distraer. Hace sonar el teléfono, provoca un hambre repentina que empuja al cristiano a interrumpir su oración, o provoca pequeñas dolencias físicas o dolores que se desvían e inducen a posponer la oración.

En ese punto se alcanza la meta de Satanás. Así que no nos dejemos distraer por nada cuando estamos orando. Continuamos hasta que sentimos que nuestra oración se ha vuelto lineal, agradable e intensa. Continuamos hasta que rompamos las barreras del mal, porque una vez que la manta está perforada, Satanás no tiene forma de traernos de vuelta.