Mes de septiembre dedicado a los Ángeles. Oración a los Ángeles para pedir una gracia.

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ORACIÓN A TODOS LOS ÁNGELES
¡Oh, los Espíritus más bendecidos que brillan tanto con el fuego del amor por vuestro Dios Creador! pero, como ya hiciste con los labios de Isaías, purifícalo de todos sus pecados y prende fuego con tu amor más ardiente, para que no ame al Señor, solo él busca y descansa en él solo por los siglos de los siglos. Que así sea. Los santos ángeles oran por nosotros.

Para la protección personal
Oh Dios, que llamas a los Ángeles y a los hombres a cooperar en Tu plan de salvación, concédenos, peregrinos en la tierra, la protección de los Espíritus Bienaventurados, que están ante ti en el cielo para servirte y contemplar la gloria de Tu Rostro. Por Cristo nuestro Señor.

Al ángel de la casa
Señor, visita nuestra casa y quita de nosotros cualquier trampa del enemigo infernal; que tus santos ángeles nos mantengan en paz y que tu bendición siempre esté sobre nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
(Liturgia de Compline)

A los tres arcángeles
Que el Ángel de la Paz venga del Cielo a nuestros hogares, Michael, traiga paz y traiga guerras al infierno, la fuente de muchas lágrimas.
Ven Gabriel, el Ángel de la fuerza, expulsa a los antiguos enemigos y visita los templos queridos por el Cielo, que triunfó en la Tierra.
Asistamos a Raffaele, el Ángel que preside la salud; ven a sanar a todos nuestros enfermos y dirigir nuestros pasos inciertos a lo largo de los caminos de la vida.
(Liturg. De los Ángeles Guardianes)

Para protegerse de las fuerzas oscuras
Señor, envía a todos los santos ángeles y arcángeles. Envía al santo Arcángel Miguel, al santo Gabriel, al santo Rafael, para que tu siervo, Tú que lo moldeas, a quien le diste un alma y por el que te dignaste a derramar Tu sangre, esté presente y defienda y proteja. Protégelo, ilumínalo cuando esté despierto, cuando duerma, hazlo tan tranquilo y seguro de cualquier manifestación diabólica, que ningún ser que tenga poder maligno pueda entrar en él. Tampoco te atrevas a ofender o herir tu alma, tu cuerpo, tu espíritu o aterrorizarlos o hacerle cosquillas con la tentación.