HERMANA ERMINIA BRUNETTI Y LA NOVENA PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO

HERMANA ERMINIA BRUNETTI Y LA NOVENA PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO

La Hermana Erminia Brunetti se dedicó muy a menudo a orar por las almas del purgatorio, quienes de ese modo obtuvieron alivio y al mismo tiempo la correspondieron, ayudándola a apoyar las intercesiones, en favor de las personas que se dirigían a ella.

La hermana Erminia, como dijo el muy popular exorcista Padre Gabriele Amorth, también fue capaz de obtener la gracia de la liberación de los espíritus malignos, a través de su poderosa oración a Dios.

Un día, con la intención de orar por el cuñado desempleado, decidió comenzar una Novena para el alma del purgatorio más abandonado; pidió descanso y paz.

En ese momento él estaba fuera de la ciudad con una hermana, para la misión a las familias.

Una de esas mañanas, mientras se preparaba para rezar la Novena, se dio cuenta de que no recordaba qué día debía recitar y le pidió precisamente a esa alma que acudiera en su rescate.

Ella y su hermana escucharon cuatro golpes en la puerta, la hermana Erminia quiso pedir confirmación de ese signo y así fue como apareció la persona por la que rezaban.

Las hermanas estaban muy asustadas, mientras que esa aparición explicaba que había muerto muy joven, por una simple neumonía, y que nadie había rezado por ella, hasta ese momento.

Las monjas intentaron salir de la casa, pero el alma se lo impidió, y continuó diciéndole que su madre no era creyente y que solo la Hermana Erminia, en todos esos años, había pensado en brindarle algo de alivio. Ahora no quería irse, por temor a que la olvidaran de nuevo. Pero, después de las tranquilizaciones de la Hermana Erminia, todo volvió a su lugar; ella interpretó ese evento como la confirmación de Dios de que la oración y los sacrificios ofrecidos por las almas del purgatorio son de gran importancia.

Novena para las almas santas del purgatorio:

Oh Jesús Redentor, por el sacrificio que hiciste de ti mismo en la cruz y que renuevas diariamente en nuestros altares, por todas las Santas Misas que se han celebrado y que se celebrarán en todo el mundo, concede nuestras oraciones en esta novena, dando ¡descanso eterno para las almas de nuestros muertos, haciendo brillar sobre ellos un rayo de tu divina belleza! Descanso eterno.

Oh Jesús el Redentor, por los grandes méritos de los Apóstoles, mártires, confesores, vírgenes y todos los Santos del Paraíso, libera las almas de nuestros muertos que gimen en el Purgatorio de sus dolores, mientras liberaste a la Magdalena y al ladrón arrepentido. Perdona sus faltas y ábreles las puertas de tu Palacio celestial que tanto desean. Descanso eterno.
3. Oh Jesús Redentor, por los grandes méritos de San José y por los de María, Madre del sufrimiento y de los afligidos, deja que tu infinita misericordia descienda sobre las pobres almas abandonadas del Purgatorio. También son el precio de tu sangre y el trabajo de tus manos. Dales perdón completo y llévalos a las comodidades de tu gloria que siempre han suspirado. Descanso eterno.
4. Oh Jesús Redentor, por los múltiples dolores de tu agonía, pasión y muerte, ten piedad de todos nuestros pobres muertos que lloran y gimen en el Purgatorio. Aplíqueles el fruto de tantos de sus dolores y llévelos a la posesión de esa gloria que ha preparado para ellos en el Cielo. Descanso eterno.