Ruego a la Inmaculada Concepción que se recite hoy para pedir una gracia.

Oh María, Virgen Inmaculada, en esta hora de peligro y angustia, eres, después de Jesús, nuestro refugio y nuestra suprema esperanza. ¡Salve, Reina, Madre de la Misericordia, nuestra vida, nuestra dulzura, nuestro consuelo y nuestra esperanza! Te gritamos que eres dulce para los que te aman, pero terrible contra el diablo como un ejército desplegado en el campo. Te suplicamos que quites de nuestras iniquidades la mirada de la Justicia Eterna y que vuelvas la mirada de la Divina Misericordia sobre nosotros. ¡Una sola mirada, oh Madre celestial, una mirada de Jesús y de Ti, y seremos salvos! ¡Y en vano los diseños de impiedad caerán y se derretirán como cera en el fuego! ¡Escucha tantos votos y tantas oraciones! No digas que no puedes, María, porque tu intercesión es omnipotente en el Corazón de tu Divino Hijo, y Él no sabe nada que te rechace. No digas que no lo quieres, porque eres nuestra Madre, y tu corazón debe ser movido por los males de tus hijos. Ya que por lo tanto puedes y sin duda lo quieres, ¡corre a nuestro rescate! Deh! sálvanos, no permitas que los que confían en ti perezcan, y no te preguntes excepto lo que tanto deseas: el Reino de tu Hijo sobre todo el universo y en todos los corazones. Nunca se ha escuchado que alguien haya recurrido a su patrón y haya sido abandonado. ¡Ora por nuestra patria que te ama! Preséntese a Jesús, recuérdele su amor, sus lágrimas, sus dolores: Belén, Nazaret, Calvario; ¡suplica por nosotros y obtén la salvación de tu pueblo! Oh María, por el dolor de Tu Corazón cuando conociste a Jesús cubierto de sangre y heridas en el camino al Calvario, ¡ten piedad de nosotros!

¡Oh María, por el amor que invadió tu Corazón, cuando nos fuiste entregada como Madre al pie de la Cruz de Jesús, ten piedad de nosotros!

Oh María, por el dolor de Tu Corazón al ver a tu amado Hijo muriendo en la Cruz entre los tormentos más atroces, ¡ten piedad de nosotros!

Oh María, por el dolor de Tu Corazón cuando el Corazón de Jesús fue atravesado por la lanza, ¡Ten piedad de nosotros!

¡Oh María, por tus lágrimas, por tus dolores, por el corazón de tu madre, ten piedad de nosotros!